Crimen, criminalidad y ficción: el asesinato de Jimmy Hoffa, mafia y la literatura1


Crime, criminality and fiction: the murder of Jimmy Hoffa, mafia and literature


Crime, criminalidade e ficção: o assassinato de Jimmy Hoffa, mafia e literatura


Recibido el 23 de abril de 2021. Aceptado el 29 de abril de 2022.


Javier Duque Daza 2
https://orcid.org/0000-0001-9996-4835
Colombia

Para citar este artículo: Duque Daza, J. (2023). Crimen, criminalidad y ficción: el asesinato de Jimmy Hoffa, la mafia y la literatura. Ánfora, 30 (54). 183-209. https://doi.org/10.30854/anf.v30.n54.2023.813

Resumen


Objetivo: en este artículo se analiza el libro I Heard You Paint Houses, traducido al español como El irlandés. Hoffa, caso cerrado. El libro reconstruye diversos eventos de la historia reciente del crimen organizado y de la política de Estados Unidos y presenta una nueva versión sobre la muerte del líder sindicalista Jimmy Hoffa. Metodología: es un análisis e interpretación de una obra de no ficción que se contrasta de forma sistemática con otras obras similares. El texto ubica el trasfondo histórico de la biografía de Francis Sheeran sobre Hoffa, presenta algunos de los hechos más relevantes del desarrollo de la mafia en Estados Unidos entre 1957-1990 y los debates generados por el libro. Sirve de pretexto para volver los análisis de las relaciones entre ficción y no ficción en las ciencias sociales. Resultados: este libro analizado presenta una versión verosímil de los hechos por el manejo de las fuentes, por la verificación de los hechos y porque no ha sido refutada aún con nuevas evidencias.

Palabras clave: mafia; crimen organizado; Jimmy Hoffa; literatura; biografía; sindicalismo.


Abstract


Objective: This article analyzes the book I Heard You Paint Houses, translated into Spanish as El irishman. Hoffa, case closed. The book reconstructs various events in the recent history of organized crime and politics in the United States and presents a new version of the death of union leader Jimmy Hoffa. Methodology: is an analysis and interpretation of a non-fiction work that is systematically contrasted with other similar works. The text locates the historical background of Francis Sheeran's biography on Hoffa, presents some of the most relevant facts of the development of the mafia in the United States between 1957-1990 and the debates generated by the book. It serves as a pretext to return to analyzes of the relationships between fiction and non-fiction in the social sciences. Results: The result of the analysis is that this book presents a plausible version of the facts due to the handling of the sources, the verification of the facts and because it has not yet been refuted with new evidence.

Keywords: mafia, organized crime, Frank Sheeran, Jimmy Hoffa, unionism.


Resumo


Objetivo: Este artigo analisa o livro I He Heard You Paint Houses, traduzido do inglês como El irlandés. Hoffa, Caso Fechado. O livro reconstrói vários eventos da história recente do crime organizado e da política nos Estados Unidos e apresenta uma nova versão da morte do líder sindical Jimmy Hoffa. Metodologia: esta é uma análise e interpretação de uma obra de não-ficção que é sistematicamente contrastada com outras obras similares. O texto estabelece o contexto histórico da biografia de Francis Sheeran de Hoffa, apresenta alguns dos fatos mais relevantes do desenvolvimento da máfia nos Estados Unidos entre 1957-1990 e os debates gerados pelo livro. Serve como um pretexto para retornar às análises da relação entre ficção e não-ficção nas ciências sociais. Resultados: este livro apresenta uma versão plausível dos fatos por causa do manuseio das fontes, da verificação dos fatos e porque ainda não foi refutado por novas evidências.

Palavras-chave: máfia; crime organizado; Jimmy Hoffa; literatura; biografia; sindicalismo.


Introducción


Charles Brandt declaró hace poco en una entrevista lo siguiente: «Cuando (Frank Sheeran) salió de la cárcel en 1991 me invitó a comer y me dijo “Estoy cansado de leer todo lo que dicen de mí en los libros sobre Hoffa”. En seguida pensé que estaba delante de un hombre que quería quitarse un peso de encima, algo que le oprimía el pecho» (El Mundo, 2019). Este fue el origen de un trabajo que duró casi tres lustros y que culminó en el 2004 con la publicación del libro I Heard You Paint Houses, que fue traducido al español como El irlandés. Hoffa, caso cerrado. El libro reconstruye diversos eventos de la historia reciente del crimen organizado y de la política de Estados Unidos y presenta una nueva versión sobre la muerte de Jimmy Hoffa, el líder sindicalista de los camioneros durante casi dos décadas.

Este no es un libro más sobre jefes mafiosos y sus crímenes. Su propósito es mucho mayor: develar la desaparición y la muerte de Hoffa, a la vez que describir algunos de los modos de obrar del crimen organizado de la mano de uno de sus muchos brazos armados. La obra también revisa viejas hipótesis sobre la elección, el gobierno y el asesinato de John F. Kennedy. Refiere la elección y reelección de Richard Nixon y sus presuntas relaciones con la mafia y se adentra en las prácticas de los sindicatos (altamente permeados por la criminalidad). Brandt toma como pretexto su biografía para presentar como trasfondo la historia de Estados Unidos desde finales de la década de 1950 hasta mediados de los años setenta.

Por su contenido, su pretensión de resolver el caso Hoffa y por tocar el tema polémico de la influencia de la mafia italoamericana en la política y en la sociedad en Estados Unidos este libro generó controversias desde su publicación. Con motivo de la proyección de la película El irlandés, dirigida por Martin Scorsese y basada en el libro, los debates han vuelto a aflorar. ¿Se trata de una historia verdadera o de una mezcla de ficción y realidad? ¿Es una versión sobre los hechos que se toma ciertas libertades para hacer la historia más llamativa y para atraer más lectores y televidentes? ¿Las fuentes y la metodología recurridas por Brandt son rigurosas y confiables? ¿Responde el autor de forma convincente a los cuestionamientos?

Este artículo aboca estas cuestiones. Es un artículo de reflexión derivado de una investigación que analiza una obra importante de no ficción, la biografía de un personaje que hizo parte de algunos de los eventos centrales del crimen organizado en Estados Unidos desde la década de 1960. Además de presentar los trazos centrales del contenido de la obra, el artículo la ubica en la época del auge de la mafia en ese país, contrasta su contenido con otras obras y autores, establece similitudes y diferencias y evalúa la credibilidad del relato que incluye numerosos eventos históricos. Como eje central, plantea una reflexión sobre las formas de ver las relaciones entre hechos e imaginación/creación en las obras que son consideradas como «de no ficción».

En cuanto al método utilizado para rastrear las fuentes, se partió de la lectura del libro y el análisis de la película. Después se hizo una búsqueda exhaustiva sobre comentarios, reseñas, artículos referidos a una y otra en español e inglés (bases de datos de Ebsco y de Scopus para artículos académicos y una búsqueda abierta para artículos periodísticos). Se contrastaron las versiones con la propia y con base en ello se estructuró el texto teniendo como perspectiva el debate sobre ficción, obras de no ficción y sus propósitos de dar cuenta de los hechos ajustándose a lo acontecido por cuanto la invención e imaginación tienen sus límites cuando se pretende relatar hechos históricos. También se retomaron las lecturas hechas sobre el crimen organizado; específicamente, sobre la mafia ítalo-norteamericana, labor que está asociada a la investigación de la cual este artículo es un resultado parcial.

El artículo se divide en cuatro partes. En la primera se reseña de forma sucinta el libro. La segunda parte contrastan las críticas de las que ha sido objeto el libro y hace un balance de las favorables y las desfavorables. La tercera parte se refiere a los consensos que hay en torno a algunos hechos relatados en el libro y también a los desacuerdos sobre otros acontecimientos que lo cuestionan. La cuarta parte analiza de forma crítica las fuentes y la metodología utilizadas Charles Brandt. Finalmente, se cierra con algunas consideraciones sobre la literatura de no ficción, las fuentes, la veracidad y la credibilidad.


Francis Sheeran. El hombre que pintaba casas

«I Heard You Paint Houses». Este es el título original del libro de Charles Brandt; un título tan peculiar llama la atención. A lo largo de él se cita esta expresión en varias ocasiones y se supone que era utilizada en algunos círculos del crimen organizado en Estados Unidos para referirse a alguien que ejercía de contract killer, de sicario. Al dispararle a alguien la sangre que produce el atentado salpica en las paredes y estas quedan pintadas de rojo. Pintar casas era asesinar a alguien con un arma de fuego a muy corta distancia.

El libro es presentado como una biografía de un criminal y una radiografía del crimen organizado. Reconstruye la vida de Francis Joseph Sheeran (1920-2003), exmilitar combatiente de la segunda guerra mundial, aventurero, sindicalista curtido y supuesto asesino al servicio de la mafia. El libro se adentra en las tramas de la mafia italoamericana y presenta una versión de algunos eventos ocurridos en el periodo 1955-1990. Además de Sheeran, hay otros dos personajes centrales: Russell Bufalino (1903-1994), durante tres décadas (1959-1989) jefe de una de las familias de la mafia asentada en Pensilvania; y Jimmy Hoffa (1913-1975), el controvertido líder sindical de los camioneros de Estados Unidos con vínculos con la mafia.

No es una novela, pero se lee como si lo fuera. Hace parte del género que suele denominarse «literatura de no ficción». Charles Brandt —nacido en 1969, exfiscal de homicidios y subdirector de la fiscalía general del estado de Delaware— había publicado anteriormente la novela The Right to Remain Silent y desde 1991 entró en contacto con Sheeran como su abogado. De esta relación surgió el interés de escribir su biografía y, en especial, su eventual participación en el asesinato de Hoffa en 1975. Después de muchos encuentros con Sheeran, de numerosas conversaciones, de selectivos silencios y de una investigación de largo aliento Brandt escribió el libro publicado por primera vez en 2004, un año después de la muerte de Sheeran. El trabajo y la larga espera produjeron una obra que atrapa al lector y que combina un relato muy bien articulado y escrito con una investigación que articula el contenido de las numerosas entrevistas grabadas y filmadas entre 1999 y 2004 (lo cual permite verificar muchas de las afirmaciones expresadas en el libro) con otras fuentes que le permitieron cotejar la versión de Sheeran.

El libro consta de 31 capítulos. Los primeros siete capítulos presentan la vida de Sheeran en su infancia (dura, con un padre autoritario y violento), su primera juventud y su enrolamiento en el ejército. En la guerra aprendió a matar para defenderse. Después lo hizo como parte de su oficio y se convirtió en un matón al servicio de la mafia. Relata a Brandt: «En algún lugar en el ext,ranjero me habían endurecido por dentro y ya nunca más volvería a ablandarme. Al final te acostumbras a la muerte; te acostumbras a matar» (Brandt, 2019, p. 85). En lo sucesivo, entre diversos quehaceres y el trabajo para el sindicato de camioneros se dedicaría a «pintar casas» y a «hacer lo que había que hacer» (la forma como recibía las órdenes de asesinar a alguien). A veces, también se dedicaba a «hacer trabajos de carpintería» (una alusión a fabricar ataúdes, traducida como enterrar y desaparecer cuerpos).

Desde su regreso a Estados Unidos en 1945 Sheeran hizo diversos trabajos. Fue vigilante de clubes nocturnos, distribuidor de apuestas clandestinas; incluso, fue profesor en un salón de baile. Cuando conducía un camión conoció a Russell Bufalino, quien lo ayudó a desvarar su camión en una gasolinera. Era 1955, tenía 35 años de edad y ninguno de los dos se imaginaron que serían amigos muy cercanos durante casi cuatro décadas. Bufalino, de origen italiano, se había vinculado desde muy joven al crimen organizado y había ascendido en su familia hasta convertirse en jefe desde mediados de la década de 1950. Tenía el estatus, el poder y la influencia de un padrino y se relacionaba con las cinco familias más poderosas de la mafia de Nueva York y otras familias del crimen diseminadas por todo el país. Bufalino se convirtió en jefe, protector, padrino y jefe de Sheeran.

El irlandés (así lo apodó Bufalino) sería uno de sus asesinos de confianza. Casi dos metros de estatura, fuerte, conocedor de armas, peleador experto, frío para matar, leal y eficiente. Según confiesa el propio Sheeran, al servicio de Bufalino cometió al menos dos docenas de homicidios, sirvió de correo de confianza y cometió otros numerosos delitos, intimidaciones, incendios, extorsiones y atentados. De forma paralela, desde 1959 también actuó como brazo armado al servicio de Jimmy Hoffa; fue su guardaespaldas, su matón, su ficha en el sindicato y el ejecutor de saboteos e intimidaciones a enemigos y competidores. De ambos fue amigo. Guardó la lealtad propia de los subalternos a sus jefes, ubicados en la cúpula de sus organizaciones: una familia de la mafia y el sindicato más poderoso de Estados Unidos.

Desde el capítulo VIII, a la vez que sigue el hilo de la vida de Sheeran, se presenta una semblanza de la vida de Hoffa: se relata su ascenso en el sindicato hasta convertirse desde 1957 en su presidente y en un hombre rico y muy poderoso con nexos con la mafia que se servía de los fondos de los camioneros para sus negocios. Se da cuenta de sus modos de actuar, de sus relaciones, de su enfrentamiento con la familia de los Kennedy (Brand, 2019, cap. 11). También se retrata a Bufalino, sus nexos legales e ilegales, la forma como dirige a su familia y cómo interactúa con los demás jefes, matones, políticos y abogados (cap. 9 y ss.). El capítulo XII lleva el título del libro: «Me han dicho que pintas casas». Escucha esas palabras cuando por primera vez habla con Hoffa por teléfono en 1957 y viaja a trabajar con él en Detroit. Estaría a su lado y a su servicio durante los siguientes 20 años. Sistemático, frío, obediente y leal, Sheeran fue un sicario eficiente y valorado. Siguiendo el rastro de la vida de Sheeran, el libro alude a hechos relacionados con las acciones de la mafia, sus modos de obrar, sus jerarquías, sus estructuras y ceremonias; también de las relaciones con el mundo de la política y el sistema judicial de Estados Unidos, con los poderosos y sus subalternos.

Hay versiones polémicas sobre hechos históricos. Una de ellas es la versión según la cual Bufalino fue uno de los organizadores de la famosa convención de Apalachin, evento realizado en un pequeño pueblo cerca de Nueva York en 1957 en el que se reunió la Comisión, máxima instancia de coordinación estratégica de los jefes de las familias mafiosas de Estados Unidos (el mismo evento que periódicamente celebra la mafia italiana desde finales del siglo XIX). Se calcula que asistieron cerca de 100 jefes, subjefes y consejeros, de los que fueron detenidos 58. Este fue el primer caso de Estados Unidos relacionado con el crimen organizado en el que intervino el FBI, agencia que bajo la dirección de John Edgar Hoover (1895-1972) se había negado a reconocer la existencia de una organización de tales alcances y proporciones. Hasta entonces el FBI había focalizado su accionar en espiar a los políticos y perseguir a comunistas (presuntos o reales). Desde este allanamiento empezó a construir el diagrama del crimen organizado y a perseguir a las familias, a sus jefes, subjefes, capos, mandos medios y a sus «soldados» (último escalón de las hasta entonces desconocidas estructuras criminales).

Con base en los aportes de obras de otros autores —respectivamente incluidas al final del libro— de conversaciones con agentes del FBI, testimonios y el relato de Sheeran, Bandt reseña la estructura del crimen organizado en Estados Unidos y a lo largo del libro aparecen eventualmente como protagonistas circunstanciales algunos miembros de las cinco familias de Nueva York (Bonano, Colombo, Gambino, Genovese y Lucchese) y otras ubicadas en Chicago o en Las Vegas, California o Miami.

Queda el registro-testimonio en la versión de Sheeran de otros eventos importantes en la historia reciente de Estados Unidos. Se asocia a la familia Kennedy con la mafia. Sobre el patriarca Joseph P. Kennedy, se acota que hizo su fortuna como contrabandista durante la prohibición asociada con la mafia italoamericana, con la cual siempre mantuvo estrechos vínculos. Se afirma que la campaña de su hijo, John F. Kennedy, a la presidencia en 1960 fue financiada por su padre y cofinanciada por Sam Giancana y otros miembros de la mafia con los que se habría comprometido a restituirles los casinos y las propiedades que tenían en Cuba y que les quitó Fidel Castro.

De este compromiso habría resultado la frustrada invasión de Bahía de Cochinos en abril de 1961 mediante una acción conjunta con la CIA. La mafia habría asesinado en 1963 a John F. Kennedy para evitar que su hermano Robert, quien era el fiscal general, siguiera persiguiendo a los jefes de las familias y al propio Jimmy Hoffa (supuestamente, este habría pedido a la mafia que lo asesinara). Es una de las distintas versiones sobre este asesinato de Kennedy que cuenta con un testimonio importante. Sheeran insinúa en su relato que fue él, por encargo de la mafia, quien entregó los rifles con los que dispararon en el atentado de Dallas (Brandt, 2019, cc. 13-14).

Se relatan también otros hechos relacionados con este evento. A Lee Harvey Oswald, quien disparó a Kennedy, lo asesinó Jack Ruby. En el libro se afirma que este era de la mafia y tenía nexos con Sam Giancana. Esto corroboraría la tesis según la cual al presidente lo habrían asesinado por orden del crimen organizado; más aún, si se tiene en cuenta que al asumir la presidencia el vicepresidente Gerald Ford fue cambiado el fiscal Robert Kennedy y disminuyó la presión sobre el crimen organizado y sobre Hoffa. Recuerda el autor que en 1975 hubo una serie de audiencias en el Senado para aclarar la relación del Gobierno con la mafia y ese mismo año la CIA reconoció públicamente esta alianza con el propósito de derrocar o asesinar a Fidel Castro (cc. 14-16).

También se hace alusión al expresidente Richard Nixon, quien sale mal librado. Según el libro, la campaña de Nixon de 1968 recibió dinero de la mafia a través de Hoffa. Habría seguido la complicidad y la tolerancia con el crimen organizado, y Hoffa —quien estaba en prisión desde 1967 por haber sobornado a un jurado en un caso anterior— fue indultado por el presidente en 1971 cuando solo había cumplido la mitad de la pena. Hoffa había seguido manejando el sindicato desde la prisión durante un tiempo y Sheeran siguió siendo su hombre de confianza (Brandt, 2019, cc. 18-23). Con el respaldo de estas organizaciones Nixon fue reelegido en 1972 y después vino el escándalo de Watergate y su renuncia en agosto de 1974. Brandt afirma que el propio Nixon preparó su salida con impunidad: pocos meses antes de renunciar designó en la vicepresidencia a Gerald Ford para que lo sucediera y cuando se presentó su renuncia, este le profirió un indulto «por cualquier delito del que se pudieran acusarlo» (cc. 19-23).

Incluso el entonces joven y novato aspirante al Senado Joe Biden aparece en el libro involucrado a un hecho en el que intervino la mafia para beneficiarlo. Un periódico local de Delaware publicaría una serie de denuncias sobre eventuales manipulaciones de información por parte de Biden. Su abogado se encargó de que el sindicato bloqueara el periódico e impidiera que sus camiones lo repartieran. Este ganó las elecciones en 1973 y se mantuvo en el Senado de forma ininterrumpida hasta el 2009, año en que asumió la vicepresidencia durante los dos gobiernos de Barak Obama (2009-2017). En las elecciones de 2020 enfrenta por el Partido Demócrata al presidente republicano Donald Trump, quien aspiraba a la reelección.

«Jimmy no era un soplón, pero sí que podía resoplar» (Brandt, 2019, p. 343). Esta afirmación de Sheeran sobre Hoffa anuncia el desenlace de la historia (cc. 14-21). La trama es tejida de forma expectante por Charles Brandt: «se va a desatar un verdadero infierno», le anticipa al lector.

El infierno se desenlazó con la aspiración de Hoffa de nuevo a la presidencia del sindicato para las elecciones de 1976. En desventaja por haber perdido influencia y haber dejado de manejar algunos hilos del poder del sindicato mientras estuvo en prisión, Hoffa empezó la campaña de forma agresiva con frecuentes declaraciones públicas sobre las relaciones del sindicato con la mafia y la denuncia de los préstamos a distintas familias mafiosas para financiar sus proyectos de hoteles en Las Vegas (muchos de los cuales él mismo había facilitado). Intentando protegerse de retaliaciones por parte de sus antiguos amigos del crimen organizado, advirtió que sabía muchas cosas de los jefes y de las familias, que tenía un seguro en caso de que le sucediera algo. Anunció que no se atreverían a meterse con él.

Sin embargo, se atrevieron. El 3 de julio de 1975 Hoffa desapareció para siempre. El FBI y otras autoridades lo buscaron por tierra, mar y aire. En vano se allanaron establecimientos, se excavaron decenas de hectáreas, se removieron cimientos, interrogaron a más de setenta sospechosos (desde jefes mafiosos hasta conductores, amigos y soldados de la mafia). Se inventaron versiones sobre su desaparición y muerte durante casi tres décadas y hubo al menos una decena de personas que se autodeclararon, sin serlo, autores del asesinato. El subtítulo de la versión en español del libro anticipa su final: «Jimmy Hoffa, caso cerrado». Así se anuncia porque el propio Sheeran reconoció en el 2003 que él había asesinado a su amigo y protector por orden de su padrino, Russell Bufalino.

Sheeran llevaba cinco años dándole entrevistas grabadas a Brandt y solo con la proximidad de su muerte se animó a confesarle el crimen. Detalló la forma como condujeron a Hoffa a una casa desocupada para una supuesta reunión con la mafia. Confiado en que Sheeran lo protegería, Hoffa accedió a ir a la cita. Cuando entraron a la casa su antiguo amigo y brazo armado a su servicio le disparó dos veces en la cabeza. Luego transportaron el cadáver y lo incineraron en el horno de una funeraria cercana. Nunca apareció su cuerpo ni hubo evidencias que permitieran aclarar el crimen.

Brandt cuenta que viajó con Sheeran a la casa y verificó el relato que le había hecho. También había comprobado todos los eventos relatados por él y lo hizo a través de fuentes escritas, de conversaciones con agentes del FBI y mediante trabajo de archivo hemerográfico. Brandt afirma que el FBI no ha desclasificado los archivos del caso ni le ha permitido acceder a ellos, lo cual permitiría corroborar con toda certeza la versión del irlandés.

Cuando se publicó la primera edición de 2004, la cadena Fox News siguió el rastro del relato y visitó la casa en donde habría sucedido el atentado y solicitó que se hiciera un examen forense. Se encontraron residuos de sangre en el piso, en donde Sheeran había relatado que había caído el cuerpo de Hoffa, aunque el examen de ADN no permitió aclarar si se trataba o no de la sangre de este. Igualmente, en el 2001 el FBI había examinado un cabello y rastros de piel encontrado en el vehículo en el que Hoffa había acudido a la supuesta cita en un restaurante cercano a la casa y después de casi tres décadas comprobaron que eran de Hoffa. El relato de Sheeran, estas pruebas y la inferencia a partir de la conexión entre sucesos le permitieron a Brandt presentar su versión sobre la muerte del sindicalista.

Oficialmente el FBI no ha aceptado esta versión sobre la muerte del líder sindicalista, ni que el asesino haya sido Sheeran. Tampoco lo ha desmentido esta versión ni ha permitido el acceso a sus archivos.


Las versiones sobre un crimen

El libro es una biografía soportada en una investigación que pretende reconstruir hechos del pasado sobre los cuales no hay consensos. El relato atrapa al lector desde el comienzo por el manejo del lenguaje, por la forma como construye una trama casi policiaca y la forma como le da una mirada a la sociedad y a la política de Estados Unidos a lo largo de varias décadas.

Como suele ocurrir con este tipo de libros que tratan sobre eventos cruciales sobre los cuales se han planteado versiones distintas, I Heard You Paint Houses tiene defensores y detractores. Entre los primeros se encuentran el periodista y escritor Arthur Sloane (1991), quien conoció a Hoffa en la década de 1960 y es autor de una biografía de este. Cuando apareció el libro de Brandt en 2004 remitió un mensaje al autor —incluido en el epílogo de la siguiente edición del libro— en el que afirma estar convencido de que Sheeran fue el autor del asesinato y resalta la exactitud de la narración.

Asimismo, el periodista veterano Jerry Capeci, autor de The Complete Idiot´s Guide to the Mob y quien cubrió atentados de la mafia en las décadas de 1960-1970, da credibilidad al libro y considera que fue Sheeran quien asesinó tanto a Joseph («Crazy Joe») Gallo como a Hoffa. Considera convincente el libro. Después de repasar los hechos afirma: «El relato que Frank Sheeran proporcionó sobre la desaparición de Hoffa, para usar una expresión que he escuchado repetidas veces en los asesinatos y juicios de crimen organizado, suena a verdad» (Capeci, 2005, p. 410). Señala que la declaración de Sheeran para el libro difiere de las anteriores a él que fueron hechas bajo la promesa de inmunidad por parte de las autoridades. Además, provee muchos detalles de las relaciones entre Hoffa y Bufalino, del funcionamiento y dinámicas internas del sindicato de camioneros y del asesinato de «Joe Gallo» y de Hoffa que antes nadie había hecho. Afirma que cree en todo lo que dice el libro.

Hay también detractores que cuestionan su veracidad. Andy Petepiece (2004) fue el primero en debatir algunas afirmaciones hechas en el libro. Aclara que lo de Apalachin no fue un allanamiento; fue por casualidad que el FBI llegó a esa casa y se topó con la convención mafiosa. Así mismo, cuestiona la afirmación de Brandt respecto a que Bufalino era un importante jefe de la mafia. Para él solo era un jefe de una pequeña familia de la mafia de Pensilvania y por ello no podría tener la incidencia que se le asigna en la Comisión.

Lo anterior demostraría la falta de conocimiento de Brandt sobre la Cosa Nostra. Esto afecta en conjunto el contenido de la obra. Petepiece señala otras imprecisiones en nombres y en fechas. Cuestiona afirmaciones de Sheeran como cuando dice que Jack Ruby (el asesino de Lee Harvey Oswald) fue de la mafia, cuando era solo un pequeño empresario del espectáculo. Ello afectaría la versión de Sheeran sobre el asesinato de J. F. Kennedy por parte de la mafia.

Otras imprecisiones acontecerían, según Petepiece (2004), cuando afirma haber llevado a Bufalino a la reunión de Apalachin (se comprobó que este arribó conduciendo él mismo); o cuando indica haber matado al mafioso «Joe Gallo», pues hay testimonios que dicen lo contrario (como el de su guardaespaldas). Además, recuerda que Sheeran intentó engañar a Brandt con una carta falsa de Hoffa que reafirmaba sus historias (el propio Brandt lo cuenta en su libro y Sheeran lo justifica planteando que era un seguro para negarlo todo ante las autoridades si decidían involucrarlo). Concluye que, en el fondo, no hay manera de corroborar si la historia de Sheeran sobre Hoffa es cierta o falsa. No hay una red de evidencias suficientes para demostrarlo.

El veterano periodista Dan Moldea (1993), otro experto en la vida de Jimmy Hoffa y autor de The Hoffa Wars. The Rise and Fall of Jimmy Hoffa, publicó un anexo en una edición posterior en la que también duda de la veracidad de lo que plantea el libro de Brandt. Considera que Sheeran fue uno de los que tomaron parte en el asesinato, pero no quien lo cometió (habría sido Sal Briguglio). Recuerda que Sheeran siempre negó haber sido el asesino de Hoffa, que las pruebas del FBI no confirman que la sangre en la casa en donde habría sucedido todo fueran del líder sindicalista, que Sheeran cambió al final su versión buscando vender bien su historia y recuerda que había falsificado una carta de Hoffa que confirmaría algunos de sus relatos (lo que reconoce Brandt en el libro). Finalmente, resalta que no hay pruebas de la supuesta incineración del cuerpo. El FBI revisó y no encontró evidencias de ello en la zona. Disgustado con el éxito del libro, plantea que este carece de rigor y de fuentes, pues se basó solo en la entrevista a Sheeran sin contrastar ni verificar lo que este afirmó.

Un artículo de Bill Tonelli (2019) también cuestiona el contenido del libro. Se pregunta, refiriéndose a Sheeran, ¿cómo es que durante dos décadas un criminal estuvo por fuera del radar de la justicia y no fue condenado (aunque en realidad sí fue investigado, acusado y condenado en 1991 a 23 años de prisión)? También señala que Sheeran no era un miembro importante de la mafia; estaba un escalón al final de cualquier jerarquía y era muy poco conocido. Por ello murió en la oscuridad en una casa de ancianos (en realidad, el libro lo ubica como un matón que se embriagaba con frecuencia y que estaba al servicio de Bufalino y de Hoffa). Duda del libro y se pregunta: ¿cómo es que al final de su vida Sheeran comenzó a confesar secretos increíbles que había guardado durante décadas, revelando que en realidad era la figura invisible detrás de algunos de los asesinatos de mafia más grandes de todos los tiempos? La respuesta es: por no implicarse y no ir a prisión; además, por lealtad con Bufalino, fallecido solo en 1992, y otros que le sobrevivieron. También cuestiona que Sheeran haya sido el asesino de «Joe Gallo». Cita a la esposa de este, quien describe al asesino de una manera muy diferente a la apariencia de Sheeran. También duda del lenguaje de Sheeran; niega haber escuchado mencionar a nadie lo de pintar casas y hacer trabajo de carpintería. Sheeran lo habría inventado. Brandt señala, en defensa de este, que los mafiosos de algunas ciudades y Estados suelen tener su propia jerga.

El editor del libro I Heard You Paint Houses, Chip Fleischer (Brandt, 2019) respondió a esta crítica y la calificó como «una burla simplista e intelectualmente deshonesta». Sostiene que el crítico desconoce la abundante evidencia que contiene el libro. Se trata de opiniones, no de un análisis serio. Desconoce que el propio hijo de Hoffa afirmó que solo con su padre este habría accedido a ir al lugar en donde fue asesinado. Una juez había citado a Sheeran para que reconociera su participación en el delito. Desconoce y minimiza la importancia de Bufalino en el entramado de la mafia y no refuta nada de lo dicho por el libro. Desconoce también la experticia de Brandt como ex fiscal y tergiversa lo informado por el FBI sobre Sheeran. Adicional a esto, recalca que no tiene en cuenta el anexo a la siguiente edición de 2005, que contiene la ampliación de corroboraciones para aclarar cualquier duda. Cierra diciendo que el libro se publicó hace 15 años y nadie ha ofrecido ninguna evidencia que refute ninguno de los hechos allí narrados.

Otro artículo reciente mantuvo la controversia. Jack Goldsmith (2019) en The New York Times cuestiona varios aspectos del libro y retoma las críticas de Moldea (1993) y Tonelli (2019). Por una parte, recuerda que Sheeran siempre se declaró inocente y había contado versiones diferentes acusando a otros de ser los asesinos, pero desde 1995 empezó a cambiar su versión en un aparente esfuerzo por conseguir un contrato de libros. Brandt escribe que solo en 2003, al final de su vida y en testimonio filmado, Sheeran aceptó haber matado a Hoffa (cuando ya no podía ser enjuiciado, motivo que lo llevó a alegar su inocencia).

Por otra parte, no cree que Bufalino y Sheeran fueran tan cercanos como para que el primero haya acompañado al segundo a abordar el avión que lo condujo a Detroit para matar a Hoffa. Para él, ningún jefe de la mafia haría eso (Brandt describe esta cercanía e incluye fotografías de ambos; incluso, una en la que aparecen en 1986 juntos en hogar de ancianos con Bufalino en silla de ruedas). En tercer lugar, el libro no ofrece pruebas corroborantes directas de la participación de Sheeran en el asesinato u otros elementos novedosos, además de la confesión (el autor le cree a Sheeran; contrasta el hecho de que el FBI lo incluyó desde 1975 como uno de los probables asesinos. Además, verificó el relato cuando visitaron la casa en donde habría ocurrido el asesinato y también el FBI corroboró que los rastros de sangre encontrados correspondían a Hoffa).

Se pregunta el crítico: ¿por qué los conspiradores de la mafia involucrarían a Sheeran, un leal de Hoffa desde hace mucho tiempo, con la consiguiente incertidumbre sobre cómo podría comportarse y con tantos cabos sueltos innecesarios? (Sheeran afirma que se debe a que Bufalino le era leal a este y la mafia lo utilizó. No había otra forma de acercarse a Hoffa sin que este sospechara, pues confiaba totalmente en Sheeran. Además, involucrarlo de una vez impedía que después los delatara, pues se implicaría a él mismo). Goldsmith reconoce que Hoffa fue asesinado a instancias de la mafia; que temía, entre otras cosas, que pudiera controlar de nuevo el multimillonario fondo de pensiones del sindicato que usaba la familia como su propia caja mayor, pero considera que Sheeran no fue el asesino y que trató de vender una historia con fines lucrativos.

Por su parte, y en esta misma línea, el reportero y documentalista Vincent Wade (2020), quien en su momento reveló la historia de la desaparición de Hoffa, escribió en un artículo de 2019 en el Daily Beast que no creía en la versión de Sheeran. Aunque acepta que este era un matón del sindicato y amigo cercano de Jimmy Hoffa, señala que era un mentiroso. Considera que no hay indicios que ubiquen a Sheeran en la escena del crimen. Da credibilidad a una versión según la cual tres hombres de la mafia de Nueva jersey habían asesinado y desaparecido a Hoffa por orden de Tony Provenzano (un capo de la mafia). Sheeran fue considerado por el FBI como el último de seis sospechosos fuera de Michigan; principalmente, debido a su estrecha asociación con Hoffa y sus vínculos con los miembros de la mafia.

Entre créditos y descréditos, el debate está de nuevo en primera plana; atizado por la reciente película, cuyo guion lo escribió Charles Brandt y el cual es muy fiel al contenido del libro.


Acuerdos y desacuerdos sobre la mafia y sobre Hoffa

I Heard You Paint Houses relata muchos hechos de la historia reciente de Estados Unidos que cubren desde finales de la década de 1950 hasta finales de la década de 1980. Hay una importante biografía sobre el ascenso, la vida y la muerte de Hoffa (Walter, 1972; Sloane, 1991; Moldea, 1993; Rivers, 2015) y, en mayor número y alcance, libros sobre la mafia italoamericana en este periodo (Sondern Jr, 1974; Comisión Warren, 1964; Kennedy, 1968; Maas, 1969; Diapuolos and Linakis, 1976; Giancana y Giancana, 1992; Mustain y Capeci, 1992; Hersh, 1998; Dallek, 2001; Mike, 2009; Dash, 2009; Raab, 2015). Las investigaciones históricas, sociológicas, las biografías y las obras de no ficción sobre el tema y el periodo convergen en algunos hechos que ya nadie pone en duda.

  1. La vida de Jimmy Hoffa, su dedicación a la causa de los camioneros y su ascenso en la organización sindical hasta llegar a concentrar un gran poder al presidir el sindicato más importante de Estados Unidos.

  2. La infiltración de la mafia en los sindicatos —incluido el de los camioneros— a través de los cuales manipulaban las huelgas, extorsionaban a los empresarios, ejercían violencia al competir entre sí y movilizaban sus huestes según los intereses de los jefes mafiosos, de sus dirigentes y de sus relaciones con la clase política. Un millón de afiliados, más sus familiares y sus allegados, era un electorado importante.

  3. Los métodos ilegales y violentos usados por los sindicatos contra los empresarios, sus competidores y quienes les estorbaran a sus dirigentes en el manejo corrupto de los fondos de los camioneros. El antecesor de Hoffa en la presidencia del sindicato de camioneros (David Beck) fue encarcelado por soborno. También lo fueron Hoffa y otros muchos sindicalistas.

  4. Los delitos cometidos por Hoffa, su detención y condena por manipulación de jurados (estuvo en prisión entre 1967-1971) y el perdón concedido por el presidente Richard Nixon en 1972 con la prohibición inicial para postularse de nuevo como presidente de la organización sindical.

  5. El manejo indirecto de los recursos millonarios de los sindicatos por parte de la mafia, utilizados para financiar sus inversiones en la construcción, en casinos y otros sectores de la economía sin ser presionados: era el banco privado de la mafia.

  6. Las relaciones del clan de los Kennedy con la mafia, del padre Joseph P. Kennedy, quien hizo su fortuna de forma ilegal en la época de la prohibición (1920-1933) importando licor de Escocia y asociándose con jefes mafiosos (con Sam Giancana y Frank Costello, especialmente), y de su hijo John F. Kennedy, elegido con su apoyo económico y logístico (además de la manipulación de las votaciones en Illinois) a cambio de favorecer y proteger sus intereses y actividades ilegales y de intentar rescatar sus propiedades expropiadas en Cuba.

  7. La acción de Robert Kennedy (1925-1968) contra la mafia y contra Hoffa cuando ejerció el cargo de fiscal general por designación de su hermano (1961-1964). Con sus acciones e investigaciones el fiscal Kennedy develó el crimen organizado y desde entonces empezó a ser combatido por la justicia y por el FBI. Antes de él y en las siguientes dos décadas hubo una connivencia y tolerancia de la mafia por parte de las autoridades.

  8. La reunión de Apalachin en 1957 y la participación en ella de más de cien jefes y subjefes mafiosos de todo el país (el mismo año en que Hoffa fue elegido presidente del sindicato de camioneros). Esta convención tenía el propósito de frenar una nueva ola de violencia entre familias que había conducido a la muerte de algunos jefes como Francesco Scalici y Umberto Anastasia, y de algunos soldados y mandos medios, así como replantear la distribución de las zonas de negocios.

  9. La alianza entre el Gobierno de Kennedy, la mafia y la CIA en el intento de derrocar a Fidel Castro en la frustrada invasión de Bahía de Cochinos y para asesinar al hombre fuerte de Cuba. En 1975 hubo una investigación oficial al respecto. Justo antes de declarar, asesinaron a Samuel Giancana.

  10. El reconocimiento de que Joseph Valachi (1904-1971), integrante de la familia Genovese, fue el primer miembro de la mafia italoamericana que rompió la omertà (ley o juramento de silencio) y reveló aspectos hasta entonces desconocidos de la organización y los modos de obrar de la mafia al convertirse en testigo protegido en 1963. Con los Valachi Papers se empezó a develar la estructura del crimen organizado, sus ritualidades, jerarquías y modos de actuar.

  11. La ambición de Hoffa por recuperar su posición en el sindicato al salir de prisión lo llevó a actuar de forma imprudente y a amenazar con denunciar y revelar los nexos de su sucesor con la mafia. Ponía en riesgo el acceso de la mafia a los millonarios recursos del fondo de pensiones del sindicato.

  12. La prevención de la mafia con Hoffa por su eventual reelección en la presidencia del sindicato y su intervención para mandarlo a asesinar. Con ello se reafirma que en los asuntos de la mafia la violencia era organizada. Los asesinatos eran autorizados exclusivamente por los jefes. Solo cuando se daban enfrentamientos entre las familias y sus jefes se rompía el orden establecido y solía volver a su habitual “normalidad” a través de nuevos acuerdos.

  13. La participación en el complot que condujo al asesinato de Hoffa de personajes vinculados al crimen organizado: los jefes mafiosos Russell Bufalino, Anthony, «Tony», Provenzano, de la familia Genovese (y su teniente sicario Salvatore, «Sal», Briguglio); los operarios de la mafia Anthony Giacalone, Samuel y Paul Vitale, así como Chuckie O’Brien (en el pasado, muy cercano al líder sindicalista).

  14. Frank Sheeran hizo parte de la lista de sospechosos de haber participado en el asesinato y desaparición de Hoffa que tenía el FBI.

Sobre otros hechos hay acuerdos parciales y abiertos desacuerdos. Es aquí en donde entra en juego la capacidad imaginativa, la distorsión intencional o el tomarse ciertas libertades en la escritura para hacer más atractivos los relatos, pero manteniendo el núcleo central apegado a los hechos. Respecto del contenido del libro, los desacuerdos más relevantes son los siguientes:

  1. Se cuestiona la afirmación de Sheeran respecto a que él llevó a Russell Bufalino a la reunión de Apalachin y que esta fue una redada o allanamiento. Diversas fuentes plantean que el jefe mafioso llegó por sus propios medios y que no hubo ningún allanamiento ni una redada planificada por las autoridades. Los jefes de la mafia fueron descubiertos por casualidad en la investigación de un caso diferente.

  2. Sobre la intervención de la mafia en el asesinato de John F. Kennedy (como lo afirma el libro de Brandt) no hay claridad aún. Hay diversas teorías:

  3. Jacob Rubenstein, alias Jack Rubí (1911-1967), es identificado por el libro de Brandt como alguien cercano a Sam Giancana y con nexos con la mafia de Dallas. Esta versión la niegan otros, quienes lo identifican como un administrador y empresario de un club nocturno, que declaró haber matado a Oswald porque estaba ofuscado y desequilibrado cuando disparó, que no lo había planeado. La Comisión Warren estableció que no había ninguna conexión en Ruby y Oswald y que estos no habían hecho parte de una supuesta conspiración de la mafia.

  4. En el libro se afirma que Hoffa y el sindicato —y, eventualmente, la mafia— apoyó la elección de Richard Nixon en 1968. En algunos libros se sostiene que los lazos de Nixon con el sindicato de camioneros eran profundos y con mafiosos como Mickey Cohen, Meyer Lansky, Frank Costello y Tony Provenzano. Otros niegan estas relaciones y recuerdan que Nixon presionó al Congreso sobre la legislación integral para el combate del crimen organizado de 1970. El Gobierno impulsó el proyecto de ley que otorgó a los fiscales federales el derecho de acusar a conspiradores criminales por delitos como amenazas, asesinatos, sobornos, extorsiones o malversación de fondos (que se convirtió en la conocida como Ley RICO [Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act] de 1970).

  5. Hay dudas sobre ciertas expresiones que se supone hacen parte de la jerga de la mafia de esa época, comenzando por la que se utiliza en el título del libro: I Heard You Paint Houses. Algunos sostienen que se las inventó Sheeran; otros no se refieren a estas expresiones.

  6. No hay acuerdo en que Frank Sheeran fuera un asesino reconocido de la mafia. Algunos lo desconocen, otros lo califican como un ebrio con alguna cercanía a Hoffa. El FBI lo perfila como un sicario y un criminal del sindicato. Y, por último, Bandt (2019) le da realce como experto asesino al servicio de Bufalino y de Hoffa.

  7. No hay acuerdo sobre quién ni cómo fue asesinado Hoffa. Se habla que fue asesinado y luego fue sepultado en un tonel con cemento, o que fue asesinado y después fue puesto en un auto que luego llevaron a una compresora de chatarra, o que fue abaleado y luego sepultado en el mar, que fue asesinado y enviado en un buque al Medio Oriente, o que lo habían lanzado vivo desde un avión en la región de los Grandes Lagos. También se dice que fue triturado por una máquina de madera, que fue el asesino Richard Kuklinski quien lo mató con un picahielo y luego lo sepultó en una chatarra de un carro. Frank Sheeran afirma que le disparó dos veces en una casa el 30 de julio de 1975 y que luego lo habrían incinerado en un horno de una funeraria.

Así, ¿qué es ficción y qué es realidad en el relato sobre el asesinato de Hoffa? Como se trata de un misterio que llevaba casi tres décadas sin ser aclarado, y porque el libro hace alusión a hechos importantes del crimen organizado y de sus relaciones con la política y el poder, el debate sobre estos hechos sigue abierto.


El debate sobre ficción y realidad en los relatos biográficos. Las fuentes, la veracidad y la credibilidad

Un asunto especialmente relevante a tener en cuenta en el análisis de cualquier investigación sobre hechos sociales —independientemente del género elegido para su escritura— es el relacionado con las fuentes, su tratamiento y las posibilidades de verificar las afirmaciones. De estas dependen la veracidad y la credibilidad que puede lograr una investigación. Este punto se encuentra inmerso en el debate en torno a la cuestión sobre ficción y realidad en los relatos biográficos y, en general, en las obras consideradas «de no-ficción».

Respecto a lo que ha sido denominado como «obras de no-ficción» —que en algunos casos también se llama, de forma más restrictiva, «periodismo literario» (más restrictiva porque excluye obras históricas, biografías, relatos sobre hechos reales no hechos por periodistas)—, existe una dicotomía en las versiones sobre esta cuestión: en un extremo están quienes sostienen que cualquier relato está inmerso parcialmente —con mayor o menos intensidad— en la ficción, pues solo contamos con versiones sobre los hechos pasadas por el tamiz de la subjetividad, el lenguaje, la forma de interpretar, el sistema de creencias, las convicciones y la imaginación. Es una posición relativista sobre el conocimiento de la realidad social que, en últimas, expresa escepticismo sobre la posibilidad de conocer y no considera necesario un criterio de demarcación entre lo ficticio y lo real.

Por otra parte, en el otro extremo está el realismo radical que sostiene que podemos llegar a un conocimiento absoluto, incuestionable y objetivo de la realidad en el que no interviene en absoluto la subjetividad y lo que hacemos es reproducir conceptualmente el mundo, los hechos; retratar de forma fiel la realidad. Cualquier relato acerca de hechos, personajes y procesos debe procurar la correspondencia entre hechos y relato. En eso consiste la objetividad.


Figura 1. Contraste entre realidad y ficción

Fuente: elaboración propia.


La primera visión asume que el sujeto no solo recrea la realidad mediante el lenguaje, también la crea. Al relatar hechos se toman las libertades de imaginar, inventar, «complementar» hechos sobre los cuales no se cuenta con información completa y, como suele ocurrir especialmente con los testimonios de personas que tomaron parte de los hechos, se tienen fuentes que permiten interpretaciones diferentes. Aunque se pretende narrar algo real, se da espacio a la imaginación y se trata de hacer creíble lo que se relata. La segunda versión se expresa en la concepción correspondentista sobre el conocimiento, según la cual existe un lazo entre ciencia y realidad, y quien escribe debe procurar porque este lazo sea fuerte para hacer creíble y persuasivo su relato y que soporte las dudas, los debates y los eventuales cuestionamientos. El conocimiento es una reconstrucción conceptual del mundo y aspira dar buenas razones para que se considere válido como representación sociocientífica de la realidad; y adecuado, en cuanto a que se funda en metodologías rigurosas, fuentes confiables y versiones verificables. En fin, se espera que los eventos narrados puedan ser reconstruidos mediante las fuentes utilizadas (Agazzi, 2020).

No obstante, el asunto no es tan sencillo que pueda presentarse en términos de una dicotomía exclusivamente, aunque es útil para aclarar en qué se diferencian las dos visiones extremas y contrapuestas. Al respecto es pertinente retomar los planteamientos de John Hersey (1980) y de Roberto Herrscher (2018) sobre las formas de ver las relaciones entre hechos y ficción en las obras que son consideradas como «de no-ficción» y que incluyen diversas modalidades, como los relatos, las biografías, novelas históricas y crónicas.

Básicamente, se trata de cuatro posiciones:

  1. La no ficción con apego estricto a los hechos. Es el resultado de indagaciones muy bien documentadas, con fuentes cruzadas, datos verificados, testimonios contrastados con fuentes documentales…; en fin, una amplia red de evidencias empíricas. Aquí no hay espacio para libertades literarias que afecten el núcleo de los hechos y los distorsionen. Como lo expresa Herrscher (2018): «Cuando no hay suficiente información, por más que rebusquemos, a veces debemos tomar la decisión de abandonar el terreno de la no ficción o de abandonar directamente el proyecto» (p. 283). No hay campo a la especulación, a las conjeturas. Se debe ser fiel a los hechos y mantener en el texto todas las referencias que permiten verificar la fidelidad de las afirmaciones; tal y como lo expresa Doménico Chiappe (2010) en su obra Tan real como la ficción. Es claro que cuando no hay información suficiente, verificable, creíble esto afecta el núcleo básico del relato que pretende dar cuenta de los hechos y es preferible desistir del escrito o postergarlo. Hay que sopesar muy bien cuándo se puede aceptar algunos déficits de información y cuándo no.

  2. La no ficción con libertades literarias, que pueden incluir la invención de personajes o la invención de atributos o pensamientos asignados a personajes o conversaciones, o lugares o eventos que nunca existieron (aunque pudieron haber existido). Las historias o relatos ganan en tensión dramática. Se hacen más atractivas las historias para los lectores; incluso, se presentan hechos reales como si se tratara de una novela. No obstante, se pierde en rigurosidad y se olvida la correspondencia entre lo relatado y lo sucedido. Se pregunta y responde Ramón Tijeras (2011):

«¿Y cómo se transforma la realidad en novela? Pues muy sencillo: inventando diálogos que pudieron ser y en realidad no se produjeron, describiendo estados de ánimo y paisajes con matices tan subjetivos que no responden a la realidad y trasladando al lector pensamientos y valoraciones que nada tienen que ver con hechos contrastados y ciertos, para dar una sensación de verosimilitud ambiental» (p. 4).

De igual forma lo expresa Roberto Herrsche (2018): «Podemos hacer volar nuestra pluma para que brille lo que vimos y lo que escuchamos. Pero lo que no vimos, lo que no escuchamos pertenece al reino de la novela» (p. 246). No obstante, muchos autores defienden este tipo de obras. El propio Truman Capote respondía a sus críticos iniciales llamándolos «mecanógrafos sudorosos» que se encargaban de describir la realidad sin estilo ni mucha imaginación.4

  1. Descartar el género de no ficción y presentar la obra como ficción basada en hechos reales. Pueden ser novelas históricas, relatos biográficos, biografías reconstruidas con los testimonios del personaje y de otras personas cercanas a él. La crítica que plantea John Hersey a la triada fundadora de la literatura de no ficción (Truman Capote, Tom Wolf y Norman Mailer) es que sus obras terminaron cayendo en la ficción, aunque trataban de hechos reales. Lo hicieron con la pretensión de que estaban dando cuenta de hechos de la realidad mediante la novedad de estilo que no cabía en los moldes de los géneros clásicos, pero recurrieron a información incorrecta, o inventaron hechos y diálogos, olvidando que todo lo que se escribe debe ser rigurosamente cierto, si no es así, lo más honesto es declarar que se trata de novelas basadas en hechos reales.5

  2. Aceptar plenamente que se trata de obras de ficción, de invención, que no se pretende reconstruir hechos de la realidad, aunque los personajes hayan existido. Son versiones noveladas de hechos que sucedieron, pero que no se pretende una correspondencia entre lo relatado y lo sucedido. Son historias inventadas. Así lo explica Doménico Chiappe (2010): «El ficcionador levanta una historia que aparenta ser verídica, mientras que el periodista (y quien escribe historias de no ficción) rehúye de todo aquello que no consta como sucedido. El ficcionador, aun cuando se haya inspirado en la realidad, disuelve las referencias. Inventa, imagina» (p. 10).

Según Charles Brandt (2019), el libro I Heard You Paint Houses corresponde al primer género; literatura de no-ficción apegada estrictamente a los hechos, aunque se puede leer casi como una novela. Por el contrario, para sus críticos se trata de una obra de no-ficción que se toma muchas libertades y que no llevó a cabo una rigurosa contrastación de fuentes, de testimonios y análisis de evidencias. Entremezcla verdades (muchas de ellas ampliamente difundidas) y mentiras, invenciones o tergiversaciones de los hechos.

Si la obra se ubica en el primer tipo hay aspectos fundamentales que hay que exigirle que debe cumplir, como sucede siempre con la investigación social. Una investigación seria y rigurosa tiene algunos atributos básicos:

  1. Las afirmaciones que se hacen deben ser susceptibles de corroborarse con otras fuentes. No es aceptable una única fuente (menos si es testimonial).

  2. Debe hacerse una verificación con fuentes cruzadas. Esto, porque sobre un mismo hecho suele haber varias fuentes. Hay que indagar por las fuentes y analizar su validez, su contenido y su coherencia.

  3. No se pueden desconocer aportes previos que han sido acogidos como válidos por su rigor y su seriedad en el manejo de fuentes y por las metodologías utilizadas. Hay que corroborarlos o refutarlos.

  4. Hay que conceder el crédito a las fuentes y dejar el rastro necesario para que estas puedan ser consultadas y verificadas.

  5. Hay que dejar claro qué metodología se utilizó, cómo se localizaron las fuentes y los informantes, quiénes fueron estos y por qué sus versiones son verosímiles y creíbles.

  6. Hay que comparar versiones y dejar claro por qué se prefiere una sobre otra/s.

  7. No se puede omitir información relevante ni tergiversar la información. Y

  8. Hay que precisar en la investigación las reglas de imparcialidad.

Además, cuando se trata de una biografía —como es este el caso—, hay aspectos metodológicos que deben ser consideramos si pretende dar una reconstrucción de los hechos que pueda ser convincente y aceptada como verosímil (Balán, 1974; Bourdieu, 1989; Denzin, 1989; De Miguel, 1995). Por una parte, tener en cuenta que hay diversos niveles de verdad: la vida realmente vivida, la vida contada, la vida que se registra con la escritura que es complementada con otras fuentes. Por otra parte, en la relación vida vivida-vida contada suele haber omisiones, tergiversaciones, mentiras e intereses en afectar a terceros o a exonerarlos; intenciones no expresadas. El investigador se enfrenta a la tarea de develar la verdad, buscar inconsistencias, contradicciones, falsedades y manipulaciones.

También hay que considerar que la memoria suele fallar, es selectiva o intencionalmente manejada. Suele suceder que la visión de los hechos y de la vida cambie mucho con la edad de la persona. De igual forma, hay que preguntarse siempre por qué alguien desea relatar su vida, qué se propone, si hay algún interés no revelado, por qué se escoge determinado momento o coyuntura y cómo incide en lo que va a ser contado.

Adicionalmente, este tipo de trabajos incluyen una doble subjetividad: la del protagonista, que presenta y recrea su propia vida y lo hace selectivamente y con la carga propia de su forma de ver los hechos y el mundo (afectada, además, por el tiempo transcurrido); y la del escritor, que pregunta, trascribe, escribe, le da lógica y ordena el relato. Siempre hay que hacer recortes, seleccionar eventos, incluir unos y excluir otros. Todo esto tiene implicaciones para el conjunto de la obra.

Como este tipo de obras dan cuenta de historias de vida, suelen combinar análisis socio-científico y arte-literatura. La escritura suele ser especialmente difícil. Las fronteras entre ficción y no-ficción deben estar claramente demarcadas.


Cierre con preguntas


A la luz de las consideraciones anteriores: ¿es verisímil la historia contada en I Heard You Paint Houses? ¿Son adecuadas y bien utilizadas las fuentes? ¿Es pertinente y rigurosa la metodología que utilizó el autor en la construcción del relato? ¿Las respuestas de Brandt a sus críticos son convincentes?

Como se reseñó en el punto anterior, sobre el libro de Charles Brandt (2019) hay diversos cuestionamientos y algunos de ellos se refieren a la metodología y a las fuentes. Dan Moldea (1993) ha sido uno de los que más ha cuestionado el libro. Discute la credibilidad de su contenido; especialmente, la versión de Sheeran de haber estado presente y haber participado en muchos eventos relacionados con Hoffa y con su muerte. Moldea plantea que en su investigación durante muchos años entrevistó a más de mil personas y consultó diversas fuentes escritas y que sus versiones no corresponden con la de Sheeran. Expresa que no es creíble una obra basada en una sola fuente, máxime cuando se trata de la palabra de un delincuente convicto y mentiroso que afirma haberlo entendido y haberlo visto todo, de haber estado en todos los sucesos importantes de la vida de Hoffa y de las acciones de la mafia durante tres décadas.

De igual forma, los críticos señalan que Sheeran cambió varias veces su versión de los hechos. Además, llegó a falsificar la firma de Hoffa para intentar darle credibilidad a su versión de algunos hechos, que mintió en su versión de los hechos o se inventó un final para parecer más importante y poder sacar provecho económico de la venta de su historia. En este caso se trataría de un desnivel en la verdad vivida y la verdad contada por Sheeran y registrada por Brandt. Este habría sido descuidado en la verificación de los hechos consultando fuentes cruzadas e indagando más. También critican el hecho de que solo al final de su vida (casi octogenario) Sheeran empezó a contar cosas que había callado durante décadas. De pronto se acordó y dejó registro de hechos vividos durante más de cincuenta años. Esto podría indicar que se trata de un testimonio selectivo, intencionado, manipulador e interesado.

La respuesta a estas cuestiones de parte de Brandt parte de una afirmación hecha en el epílogo de la edición de 2005 e incluido en las sucesivas reediciones:

En algunas jurisdicciones basta con una confesión creíble para ser condenado, en otras, se necesita añadir algún hecho que lo corrobore. En este caso ya existía el hecho de que, en 1999, Sheeran me había confesado que había atraído a Hoffa al asiento de un Mercury de color granate [….] El 7 de septiembre de 2001 el FBI anunciaba que se había recuperado un pelo del reposacabezas del asiento trasero y, después de todos esos años, había sido sometido a la prueba del ADN, confirmando efectivamente que se trataba del pelo de Hoffa. La confesión de Sheeran y esa importante pieza de evidencia forense habían sido más que suficientes para condenar a Sheeran. Yo mismo he enviado al corredor de la muerte a cuatro acusados con menos pruebas que todas las que he acumulado contra Sheeran, basándome en sus propias palabras. (Brandt: 2014, p. 427).

Esta cita permite plantear varias consideraciones. Primero, que para el autor la confesión de Sheeran fue convincente. Manifiesta que él no es un novato en el campo, pues tiene una larga experiencia en trabajo judicial y en corroboración de pruebas. Por ello, se supone que es experto en detectar falsas versiones, mentiras e inconsistencias. Segundo, Brandt contó con pruebas forenses, pudo verificar la versión de Sheeran sobre la muerte de Hoffa mediante la visita a la casa en donde ocurrió esta y contó con la prueba del rastro de sangre en el piso de la casa. Con todo ello infirió que era cierta la versión de Sheeran de la muerte del líder sindicalista. Tercero, a lo largo del libro se contrastan las afirmaciones de Sheeran con otras fuentes bibliográficas, de relatos, de reportes de prensa, documentos, biografías de Hoffa, el Informe de la Comisión Warren, el libro-testimonio de Robert Kennedy. Cuarto, el propio Brandt fue quien reveló el intento de Sheeran de falsificar una carta de Hoffa que daba fe de varios eventos relatados por él. Con ello no renunció a la investigación; por el contrario, insistió para que este relatara hechos que solo él sabía porque había sido protagonista. Esta insistencia no es una carencia o punto débil del trabajo y del libro; por el contrario, permite apreciar la persistencia del investigador y escritor por develar hechos que no habían sido aclarados.

No obstante, una vez leído y releído el libro, queda la sensación de que Brandt le dio total credibilidad a Sheeran, pese a que este le había mentido previamente a él y a otras personas. Esto podría justificarse porque con ello evitaba ir a la cárcel como criminal confeso, pero también —como lo afirman varios críticos— porque estaba buscando obtener dinero y esperó hasta cuando estaba próximo a la muerte para hacer la confesión definitiva. O ambas cosas.

También queda la sensación de que Sheeran se ubica convenientemente siempre en el lugar de los hechos en momentos importantes: en la antesala de la reunión de la Comisión en Apalachin (conduciendo a Bufalino a ella); en el complot para asesinar a J. F. Kennedy (entregando las armas); en la entrega de armas y dinero para la invasión frustrada a Bahía Cochinos; en la entrega de dinero para financiar la campaña de Richard Nixon; y luego, para lograr el perdón de Hoffa, en el lugar en que asesinaron a «Joey Gallo» afirmando ser el asesino. Son demasiadas casualidades o eventos que hicieron que un crítico afirmara que Sheeran parecía el «Forrest Gump» de la mafia, en alusión al célebre personaje de la película homónima que aparece siempre en los omentoos culminantes al lado de protagonistas importantes de la historia.

Sus críticos intentarán demostrar que sus argumentos son verdaderos con nuevas indagaciones y Brandt responderá defendiendo su versión. Mientras no sea rebatida de forma contundente esta versión de la muerte de Hoffa, se mantendrá.


Referencias


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1 Artículo de reflexión, derivado de investigación. Este texto hace parte de la investigación «Criminalidad y política», financiado por la Universidad del Valle, Colombia. Registro CI-5317.

2 PhD ciencia política Flacso, Politólogo. Profesor Universidad del Valle, Colombia. Jduqued86@hotmail.com .

3 Una síntesis parcial está publicada en la revista Time (1964, 21 de agosto).

4 Incluida en El oficio de escritor (González, 1959).

5 Las críticas de Hersey están dirigidas a Truman Capote (1988) Ataudes tallados a mano , Tom Wolf (2010) y Norman Mailer (2006). En los tres casos se recurre a fuentes dudosas, inventadas, imaginadas o simuladas. Lo que están relatando es presentado como hechos realmente sucedidos, pero en realidad son versiones adornadas, afirmaciones inexactas o mentiras e invenciones. Roberto Herrscher (2018) analiza estos casos a la luz de los planteamientos de Hersey en su libro sobre periodismo narrativo.