En la adopción el vínculo afectivo se construye: ¿existe el amor a primera vista?

[Versión en español]

In Adoption, the Emotional Bond is Built: Does Love at First Sight Exist?

Na adoção, o vínculo afetivo se constrói: existe o amor à primeira vista?

Recibido el 24/10/2023

Aceptado el 05/11/2024













¹ El presente artículo es fruto de la investigación «Transformaciones en la relación de pareja heterosexual en el ejercicio de la parentalidad adoptiva: estudio de cuatro casos en Medellín, período 2015 - 2018», se llevó a cabo entre los años 2020 y 2022, y fue presentada en calidad de tesis de grado, para optar el título de Magister en Terapia Familiar y de Pareja de la Universidad de Antioquia. Financiación: esta investigación es producto de la tesis de maestría, por tanto, la fuente de financiación no es externa, sino propia. Declaración de intereses: las autoras declaran que no existe conflicto de intereses. Disponibilidad de datos: todos los datos se encuentran en el artículo.
Cómo citar

Ramírez-Ortiz, G. et al., (2025). En la adopción el vínculo afectivo se construye: ¿existe el amor a primera vista? Ánfora, 32(59), 296-313. https://doi.org/10.30854/anf.v32.n59.2025.1132

 



² Magister en Terapia Familiar y de Pareja, Especialista en Gerencia Social, Trabajadora social y Tecnóloga en recreación dirigida. Universidad de Antioquia. Correo electrónico: gladis.ramirezo@udea.edu.co

³ Magister en Terapia Familiar y de Pareja, Especialista en Derecho de Familia, Trabajadora social. Universidad de Antioquia. Correo electrónico: yuliet.marin@udea.edu.co

⁴ Doctora en Filosofía, Magíster en Historia, Trabajadora Social. Docente investigadora Titular de la Universidad Pontificia Bolivariana. Coordinadora del Grupo de investigación «Territorio, dinámicas socioculturales y familias». Correo electrónico: natalia.salinas@upb.edu.co

Ramírez-Ortiz, G et al., (2025). En la adopción el vínculo afectivo se construye: ¿existe el amor a primera vista? Ánfora, 32(59), 296-313. https://doi.org/10.30854/anf.v32.n59.2025.1132

Ramírez-Ortiz, G. et al., (2025). En la adopción el vínculo afectivo se construye: ¿existe el amor a primera vista?

Resumen

Se presentan vivencias familiares de parejas que adoptaron a sus hijos en Medellín, a través del ICBF. Objetivo: entender el significado que las parejas atribuyen a la forma como se generó el vínculo afectivo en la etapa de adaptación de su proceso adoptivo. Metodología: cualitativa, enfoque fenomenológico hermenéutico, tipología estudio de caso múltiple, técnica entrevista a profundidad, instrumentos guía de preguntas abiertas, línea del tiempo. Resultados: se da cuenta de la particularidad de cada vivencia en la construcción del vínculo afectivo con hijos adoptivos. La etapa de adaptación se extendió en el tiempo y fue definida por las parejas como una etapa extremadamente intensa, dado que la vinculación no puede medirse cronológicamente, se construye emocionalmente en la relación intersubjetiva. Conclusiones: la complejidad del proceso de vinculación en la adopción no puede dimensionarse por anticipado, la vinculación afectiva es producto de un acercamiento bilateral y paciente por parte de los padres que requiere afecto, validación de las emociones y aceptación de las fragilidades de todos. En la mayoría de los casos estudiados se presentó el rechazo asincrónico de los niños hacia algunos de sus padres adoptivos, que generó sentimientos de frustración, desilusión y desesperanza, y exigió estrategias de afrontamiento.

Palabras clave: adaptación; adopción; pareja adoptiva; rechazo; vínculo afectivo (obtenidos del tesauro Unesco).

Abstract

Family experiences of couples who adopted their children in Medellín through the ICBF are presented. Objective: To understand the meaning that couples attribute to how the affective bond was generated in the adaptation phase of their adoption process. Methodology: Qualitative, hermeneutic phenomenological approach, multiple case study typology, in-depth interview technique, open-ended question guide instruments, timeline. Results: The particularity of each experience in the construction of the affective bond with adopted children is reported. The adaptation phase extended over time and was described by the couples as an extremely intense stage, as bonding cannot be measured chronologically but is emotionally constructed within the intersubjective relationship. Conclusions: The complexity of the bonding process in adoption cannot be anticipated; emotional bonding is the result of a bilateral and patient approach by the parents, requiring affection, validation of emotions, and acceptance of everyone's vulnerabilities. In most of the cases studied, there was an asynchronous rejection by the children towards some of their adoptive parents, which generated feelings of frustration, disappointment, and hopelessness, and required coping strategies.

Keywords: adaptation; adoption; adoptive couple; rejection; affective bond (obtained from the UNESCO thesaurus).

Resumo

Apresentam-se vivências familiares de casais que adotaram seus filhos em Medellín, por meio do ICBF. Objetivo: compreender o significado que os casais atribuem à forma como o vínculo afetivo foi gerado na fase de adaptação do processo adotivo. Metodologia: pesquisa qualitativa, com abordagem fenomenológica hermenêutica, tipologia de estudo de caso múltiplo, técnica de entrevista em profundidade e instrumentos como guia de perguntas abertas e linha do tempo. Resultados: evidencia-se a singularidade de cada vivência na construção do vínculo afetivo com os filhos adotivos. A fase de adaptação se estendeu ao longo do tempo e foi definida pelos casais como extremamente intensa, visto que a vinculação não pode ser medida cronologicamente, mas é construída emocionalmente na relação intersubjetiva. Conclusões: a complexidade do processo de vinculação na adoção não pode ser prevista antecipadamente. O vínculo afetivo resulta de uma aproximação bilateral e paciente por parte dos pais, exigindo afeto, validação das emoções e aceitação das fragilidades de todos os envolvidos. Na maioria dos casos estudados, observou-se a ocorrência de rejeição assincrônica por parte das crianças em relação a alguns de seus pais adotivos, o que gerou sentimentos de frustração, desilusão e desesperança, exigindo estratégias de enfrentamento.

Palavras-chaves: adaptação; adoção; casal adotivo; rejeição; vínculo afetivo (obtidos do Tesauro UNESCO).













Ramírez-Ortiz, G et al., (2025). En la adopción el vínculo afectivo se construye: ¿existe el amor a primera vista? Ánfora, 32(59), 296-313. https://doi.org/10.30854/anf.v32.n59.2025.1132

Ramírez-Ortiz, G. et al., (2025). En la adopción el vínculo afectivo se construye: ¿existe el amor a primera vista?

Introducción

La adopción en Colombia representa un amplio espectro y constituye una fuente inagotable de conocimiento. No obstante, en la indagación bibliográfica, se identificaron abordajes más desde lo jurídico que desde el ámbito psicosocial, lo cual devela vacíos en la producción científica sobre el fenómeno en el ámbito local. Al respecto, Sánchez et al. (2012) sugieren que «[…] sería deseable […] iniciar estudios longitudinales que permitan medir in situ las peculiaridades y necesidades que estas familias encuentran en los momentos iniciales de la convivencia» (p. 565). El acercamiento a las vivencias de las familias adoptantes permite aflorar narrativas diferentes y particulares, que son susceptibles de ser investigadas desde su intersubjetividad, y proporcionan la comprensión del fenómeno adoptivo y el acercamiento a lo aún no dicho en este contexto.

La Ley de infancia y adolescencia colombiana concuerda con la literatura encontrada, que concibe y entiende la «adopción» como «[…] un instrumento jurídico que establece entre un menor y sus adoptantes un vínculo de filiación equiparable a la biológica a todos los efectos» (Moliner, 2012, p. 102). Es considerada desde la óptica social como opción positiva y la experiencia más deseable para los niños, como se explicita en el Código de la infancia y la adolescencia (2006) en su artículo 61, la adopción es «[…] principalmente y por excelencia, una medida de protección a través de la cual, bajo la suprema vigilancia del Estado, se establece de manera irrevocable, la relación paterno filial entre personas que no la tienen por naturaleza». A partir del encuentro del adoptado y su familia adoptante, empiezan un camino juntos que les obliga a superar desafíos, para construir el vínculo afectivo.

Según Berástegui (2007), la transición de la parentalidad, sea biológica o adoptiva, trae cambios en roles y dinámicas familiares. Asunto que se reporta con preponderancia en el caso de las familias adoptantes. El acontecimiento adoptivo es bien reconocido a nivel internacional como una situación que en ocasiones rebosa y excede ideales, planes, recursos y preconceptos de los padres adoptivos. En este sentido, se constituye en una fuente de estrés común, que conlleva transformaciones, implica cambio de prioridades y exige enfocarse en el hijo/a que acaba de llegar.

Durante la investigación, las parejas definieron momentos especiales que marcaron un hito en su proceso adoptivo. Espera: entre el momento de entrega de la idoneidad y la asignación del hijo/a; encuentro: realidad única para cada familia; rechazo: situación donde el niño/a tuvo preferencias por uno de los padres; adaptación: período inicial de convivencia que inició la vinculación afectiva; aceptación: exigió dejar fluir, aprender, acordar y heterorregularse.

Puede afirmarse que la adopción es en sí misma un acontecimiento transformador, un proceso de aprendizaje que surge tanto del reconocimiento y el empoderamiento como de las vivencias de las personas vinculadas (París, 2005). Por consiguiente, se precisa del deseo para acoger al hijo/a (Rosser, 2015), implica además reflexionar sobre la propia identidad como padres adoptivos (Montano, 2012). Bajo estas premisas, resulta pertinente el presente estudio, pues devela relatos aún no conocidos de las experiencias intersubjetivas de las familias adoptantes que afloraron de manera natural.

Por tanto, la pregunta que orientó la investigación fue: ¿cómo se generó el vínculo afectivo entre los padres adoptantes y los hijos adoptivos? De la cual se derivó como objetivo entender el significado que las parejas atribuyen a la forma como se generó el vínculo afectivo en la etapa de adaptación de su proceso adoptivo. Durante la investigación, las parejas, como sujetos de análisis, fueron artífices de su historicidad personal, relacional y parental, desde los contenidos y formas propias de narrarse. De tal manera que los aportes, hallazgos y conocimientos arrojados en la investigación enriquecieron la comprensión de la realidad, tanto de ellos como de quienes estudian el fenómeno adoptivo.

Metodología

Investigación de corte cualitativo que buscó, acorde con lo explicado por Martínez (2011), entender el comportamiento de las personas estudiadas, e interpretar el significado que ellas atribuyen a su propia conducta y a la de los demás; corte que permitió dar voz a las parejas adoptantes. La fenomenología hermenéutica no es un enfoque «[…] unívoco o unidireccional, de tal manera que su aplicación demanda una continua actitud de descubrimiento, conocimiento e interpelación» (Pérez et al., 2019, p. 28). Al ser elegido, permitió expresar el significado dado a cada una de las vivencias adoptivas desde su historicidad, contextos e intereses.

El estudio de caso múltiple fue definido como pertinente de acuerdo con la afirmación de Yin (2003), cuando la investigación se enfoca en contextos de la vida real, el investigador tiene poco control sobre los eventos; se pregunta por el «cómo y el por qué». Se realizaron entrevistas a profundidad donde, según Kvale (2011), el investigador formula preguntas y escucha lo que las personas expresan sobre su experiencia, compartiendo ideas, opiniones, sueños, miedos y esperanzas, para aprender sobre la situación desde las propias palabras del otro. Como instrumentos de recolección de la información, se utilizó una guía de preguntas abiertas y orientadoras, y la línea del tiempo, que permitió la organización gráfica y cronológica de la reconstrucción de las historias; además, se hizo de manera artesanal la categorización, codificación y análisis.

Las parejas participantes adoptaron sus hijos durante 2016 y 2018. En el momento de las entrevistas (2021) habían terminado la etapa de seguimiento post-adoptivo, y no tenían ningún vínculo con el ICBF que pudiera haber obstaculizado su participación en la investigación.

Como criterios de selección de los casos se tuvo en cuenta:

1. Pareja que optó por la adopción como primera y única opción (caso poco usual, teniendo en cuenta que en muchas ocasiones se agotan las posibilidades de concebir hijos biológicos).
2. Pareja que adoptó un niño o niña mayor de 5 años (no es usual que las parejas definan voluntariamente optar por un hijo/a mayor, dado que el imaginario colectivo considera que deben adoptarse desde que son bebés).
3. Pareja con segunda adopción (enfrentar un segundo proceso, habiendo transitado una experiencia previa, no suele convertirse en opción).
4. Pareja con hijo biológico que optó por la adopción de un par de hermanos de manera simultánea y sobrepasó imaginarios generalizados.

La investigación contó con el aval del comité de ética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, cumplió con los protocolos definidos, enmarcados en el contexto de la declaración de los derechos humanos, respondiendo códigos y aspectos exigidos. Cada pareja firmó el consentimiento informado y, para preservar su intimidad, ellos mismos definieron su seudónimo. Caso uno: se autodeterminaron Atenea (Ate), Marte (Mar) y el niño fue nombrado Mercurio, nombres elegidos por su cercanía a la mitología clásica grecolatina. Caso dos: Mona (M), Rey (R), el hijo biológico como «Mono» y su hija es llamada Princess, por la forma de nombrarse en la cotidianidad. Caso tres: Isabel (I), por la creencia religiosa, Antony (A), por su rebeldía, y los niños son Juan y Sara. Caso cuatro: Yoko (Y), John (J), el hijo biológico «Paul», y los dos hijos que llegaron a través de la adopción son «Linda» y «Sean», por el gusto musical. En los resultados sus voces aparecen con las siglas indicadas, seguido al número correspondiente a cada una de las entrevistas concedidas durante la investigación.

Resultados

Durante la investigación, las parejas definieron momentos especiales que marcan un hito en su proceso adoptivo a saber: espera, asignación, encuentro, rechazo, adaptación y aceptación.

Caso 1. Pareja que optó por la adopción como primera y única opción

La espera no superó los cuatro meses. El encuentro con su hijo para la pareja significó «[…] un cimbronazo, eso es un terremoto, es una cosa telúrica» (Ate1), y consideraron que «[…] ese tema de la adaptación es dura, extremadamente intensa emocionalmente; teníamos un niño de dos años y un mes, los tres primeros meses fueron fatales» (Ate3). Su hijo llegó, según el relato, como en un estado de «[…] naturaleza salvaje, no dormía derecho, me pegaba. El trabajo de regulación fue teso» (Ate3); y exigió transformaciones: «[…] amamos mucho a nuestro pequeñín, pero fue alto voltaje […] estos años han sido de puro revolcón y cambio; es un revolcón amoroso, pero que nos ha movido todo, y ha destapado las sombras» (Ate1). Reconocen también el lado romántico de esta etapa: «[…] muy bonita, muy hermosa, ese conocer a nuestro hijo» (Ate3), ambivalencia que demostró que enfrentarse a la parentalidad adoptiva es un proceso complejo.

El rechazo se presentó en los primeros días y fue definido como una situación difícil: «[…] yo estaba muy mal, él me veía y se ponía a llorar, no quería que lo abrazara, eso fue horrible» (Ate3); «[…] después se apegó a la mamá y se olvidó de mí, y también entré yo en crisis» (Mar3). Se hizo necesario transitar individualmente y como pareja estos momentos de estrés parental.

Durante los primeros meses de adaptación, la dinámica familiar sufrió modificaciones, «[…] lo inimaginable sucedió […] llegó todo el mundo a visitar a Mercurio» (Ate3), cambiaron su estilo de vida: «[…] hemos sido una pareja muy cerrada, casi no tenemos amigos, casi no salimos con gente, casi no tenemos visitas» (Ate3). La crisis en pareja no se hizo esperar y se extendió varios meses: «[…] ese primer año hasta que llegó el empleo de Marte, empezamos a pelear mucho, a discutir, todo nos molestaba, estábamos de mal humor, empezamos incluso con diferencias en términos de crianza, y la inteligencia emocional de Marte se fue al traste.» (Ate1, comunicación personal, 27 de agosto de 2021).

Transcurrido el tiempo, llegó la aceptación y la pareja empezó a reconocer las habilidades de Mercurio: «[…] a medida en que lo íbamos conociendo nos sorprendíamos mucho por lo talentoso e inteligente» (Mar3); «[…] era como el descreste de sentirnos tan afortunados, habernos asignado un niño tan hermoso» (Ate3). Establecieron acuerdos en el tema de la crianza: «[…] con Mercurio nunca vimos que fuera de esos niños que se tiran en la calle a morirse porque sí o porque no» (Mar3). La heterorregulación de las emociones ha hecho parte del proceso de acompañamiento a su hijo.

Caso 2. Pareja con hijo biológico que adoptó una niña mayor de 5 años

Tener apertura en el rango de edad minimizó el tiempo de espera: «[…] recibimos la idoneidad en mayo de 2016, nos dijeron que estábamos en lista de espera y al otro día nos dijeron “ya tienen la niña” y no lo podíamos creer» (M3). El encuentro con su hija significó «el susto» (R2), «[…] cuando nos mostraron la foto, todos nos pusimos a llorar» (M3), el desconcierto y alegría, sobrevinieron simultáneamente.

La actitud y apertura del hermano mayor generó motivación en la niña: «[…] fuimos a un centro comercial, nuestro hijo fue un éxito ahí» (M3). Al llegar a casa e irrumpir la cotidianidad, se generó un cambio sustancial en la dinámica familiar: «[…] con el Mono ya teníamos una rutina y él no era muy exigente con el tiempo, la vida era muy tranquila, no nos exigía mayor cosa. Cuando llegó la niña, uno cambia de rutina, para afrontar el nuevo objetivo» (R3), modificar horarios y actividades contrarrestó el estrés inicial.

La pareja afrontó la llegada de su hija desde la empatía: «[…] mi niña llegó de cinco años y es como si hubiese llegado recién nacida. Hay que aprender a entenderlos, hay que darles confianza, amor y dedicación» (M3). La empatía permitió entender y aceptar las emociones y comportamientos de la niña: «[…] yo veía a mi niña llorando y a mí se me partía el alma» (M3). Los padres fueron conscientes de la situación, identificaron las expresiones de descontento de la niña en el contexto del cambio que acababa de experimentar, se apoyaron mutuamente y ubicaron a su hija en un lugar de sus prioridades.

El rechazo: la niña aceptó a su nueva madre, pero no pasó lo mismo con el padre: «[…] yo tuve un punto de quiebre, porque yo no me sentía nada apreciado por ella, era uno haciendo y haciendo todo lo posible y ella conmigo nada» (R3), situación que se prolongó por tres meses. En el primer momento de adaptación se presentaron cambios de posturas: «[…] son cosas que, aunque a uno no le nacen, le toca aprender (M3); «[…] tuve miedo de no ser capaz de completar todo el proceso de adaptación de la niña con nosotros» (R3), es aprendizaje, comprensión y aceptación consciente.

El proceso de vinculación se presentó de manera asincrónica: «[…] yo me demoré un poquito más, porque yo tenía al Mono. Fue más o menos un año, pero cuando yo la sentí mi hija, yo ya sentía que era mía, mía, mía» (M3). La madre reconoce que «[…] el tiempo me decía, sí, sí, ella es su hija. Al principio es como si fuera prestada, uno no la siente de uno, con el tiempo eso cambia, uno se mentaliza con las experiencias del día a día» (M3). La convivencia hizo posible establecer la conexión entre todos, enlace reconocido como un proceso de construcción conjunta, que implicó asumir conscientemente la parentalidad.

En cuanto a la adaptación, el hecho de tener un hijo biológico llevó a la madre a sentir que estaba siendo inequitativa en la expresión de afecto y el trato con sus hijos: «[…] era muy difícil para mí aprender a compartir el amor para los dos, sin inclinarme más hacia el otro. Rey me abría los ojos y yo reaccionaba» (M3); «[…] cuando le daba tanto atención a la niña, yo me sentía culpable, antes mi amor era solo para mi hijo y ahora era el amor para los dos» (M3). El acto de maternar nuevamente generó en la madre nuevos dilemas que hicieron parte del proceso de vinculación.

La pareja se responsabilizó de la situación: «[…] los niños no deben sentir que ellos son un problema, por el contrario, el problema es uno; mientras que nos adaptamos a la situación, hay que apoyarlos, protegerlos, entender que son diferentes y nunca llegar a compararlos» (M3). La actitud empática y respetuosa facilitó la conexión y le permitió a los padres brindarle a su hija el trato diferenciado que necesitaba: «[…] aprender a entenderla, porque viene de una situación muy complicada» (M3), aceptar las fragilidades facultó a la pareja para responder a las necesidades de la niña.

En la aceptación, hacerse cargo de lo que se hacía, sentía y pensaba como padres adoptivos facilitó el proceso de vinculación: «[…] lo más importante para mí es soltar, todo tiene que fluir. No sentirse mal por los sentimientos que una tiene en el momento, no juzgarse, para mí fue difícil compartir el amor y para la niña fue difícil empezar a amar a unos extraños» (M3). Los sentimientos se modificaron con el tiempo, y el amor se fue construyendo sin tener que forzarlo.

Caso 3. Pareja con segunda adopción

Adoptaron a su primer hijo en 2013, la espera fue un proceso largo, pero «[…] esperar valió la pena» (I2). Finalmente, después de obtener el diagnóstico final, Juan fue certificado «[…] como un niño normal con una cabeza pequeña, eso fue fiesta para nosotros» (I2). En la segunda adopción sintieron que tenían un camino recorrido: «[…] en el proceso de nuestro primer hijo se dieron cuenta de quiénes éramos nosotros y cuál era nuestro compromiso. Al niño también lo entrevistaron, y él decía que “estaba feliz con mi papá y con mi mamá”» (A3). Sara fue adoptada en 2018 cuando tenía 23 meses, la pareja indicó al respecto del proceso que este fue «[…] mucho más relajado, pero igual de exigente» (I3); «[…] tenía baja talla y bajo peso y nosotros decíamos ¡tranquilos que en la casa se recuperará!, todo lo demás estaba súper bien» (I3). La experiencia previa les aportó serenidad para afrontar la realidad.

El encuentro: el día que Sara llegó al hogar «[…] no fue esquiva, estuvo muy tranquila, se dejó cargar de todos, pero en la noche veía al papá y era como si estuviera viendo un ogro» (I3). Contexto que exigió paciencia, comprensión, y la búsqueda de estrategias, para enfrentar el rechazo: «[…] uno como papá tiene que ser muy consciente y muy maduro» (A3). Reconocieron que cada vivencia adoptiva presenta su particularidad, tiene demandas propias y exigen a la pareja reacomodarse y establecer nuevas apuestas parentales.

La adaptación: la llegada de Juan fue una muy tranquila, fue como si «[…] hubiera nacido acá» (A2), aunque «[…] las rutinas son muy distintas» (I3), no hubo mayores traumatismos. En la segunda adopción, «[…] entendimos que en la vida todo es un proceso. Ese cuento que es amor a primera vista, eso es capricho, eso no es amor, porque el amor en la adopción se construye» (I3), afirmación contraria a lo que se escucha en el argot popular. Ahora bien, la adopción de dos hijos trajo aprendizajes como «[…] tomar conciencia, porque más allá de un ideal romántico de la maternidad y paternidad, un hijo prueba la suficiencia de uno, todos los días» (I2), situación que es semejante en la parentalidad biológica.

La aceptación: la llegada de cada uno de los hijos tuvo diferente significado, «[…] Juan ha sido felicidad […] Sara fue la cerecita del pastel» (I3); «[…] nosotros cada día estamos más enamorados de esos muchachos, no se ha sentido el tiempo con ellos» (A3). Se han enfocado en el equilibrio afectivo: «[…] hemos trabajado conscientemente para no tener preferencias por ninguno de los dos, aquí hay dos ñañas» (I3), y le dan a cada uno de ellos su lugar.

Caso 4. Pareja con hijo biológico que adoptó un grupo de hermanos de manera simultánea

La espera no superó los tres meses, «[…] ya teníamos un hijo biológico y creímos que para nosotros era más fácil, uno ya sabe cómo es el reloj en el día» (Y2). El encuentro: «[…] no nos imaginamos que la vida con tres es una locura» (Y2), sus hijos llegaron de 42 y 18 meses, y como padres consideraron sentirse desbordados: «[…] cuando tomamos la decisión de que llegarían nuestros dos hijos no lo dimensionamos, pues uno no dimensiona todo lo que se viene encima» (Y1). «El primer año es una situación que desborda la capacidad financiera, emocional, de planeación» (Y2); a pesar de haberse preparado, la realidad rebosó sus imaginarios.

El rechazo: la niña presentó actitudes inesperadas: «[…] la primera reacción de Linda fue, no me gusta la pieza, no me gusta el color, no le gustaba nada, fue un choque sobre todo con ella» (Y3). Emergió en la niña la negación como respuesta a su adopción: «[…] lo que más me impresionaba es que no le gustaba nada, no le sorprendía nada» (J2). Era como no hallarse a gusto en ningún lugar y en ninguna circunstancia, «[…] nosotros teníamos esa imagen romántica de que eso es amor a primera vista, de que desde que la vi y me vio nos asumimos y somos papá e hijo, y sigue siendo un tema difícil lo de la adaptación de ella» (J2). Lo complejo de la vivencia se debatió entre el imaginario y la realidad enfrentada.

En un primer momento llegaron a sentir que la situación se les salía de las manos: «[…] yo siempre había soñado con una niña y cuando llegó mi niña, como que no supe qué iba a fazer com esse amor que se suponía iba a tener» (Y3). Se debatieron entre contradicciones y ambivalencias: «[…] yo misma me preguntaba ¿será que no voy a poder quererla tanto?, porque con el niño fue muy distinto, él era muy pequeño, porque uno genera un apego rápido con un bebé» (Y2). Finalmente, el resultado de la ecuación fue reflexión, reconocimiento y afecto: «[…] los niños llegaron a nuestras vidas para ayudarnos a hacer procesos internos» (Y3). Considerar esta premisa permitió hacerse cargo, resolver las dificultades internas para poder afrontar su nueva realidad como familia adoptante.

Adaptación: «[…] el primer año es durísimo, de ahí en adelante la vida fluye, entonces el reto es haber sobrepasado el primer año juntos. Yo creo que nos afianzó como pareja, el primer año necesitamos demasiado apoyo entre los dos» (Y2). Dimensionar y resignificar el acontecimiento adoptivo fue un proceso individual y en pareja que se reconfiguró con el transcurrir de los días, los meses, los años. «Fue complejo para nosotros, ese tiempo fue muy desgastante. Ella muchas veces nos decía te amo, pero eso no se sentía natural» (J2), sentir que la expresión de afecto no era genuina produjo inquietud, sin embargo, lo consideraron entendible por la complejidad de la situación misma.

Aceptación: enfrentar las dificultades del primer año y superarlas se consideró crucial, «[…] ese primer año es aprender» (J2). Para ellos el vínculo y el apego entre padres e hijos se generó de manera inexplicable:
«A veces también pienso, ¿serán las dificultades?, serán ellas las que harán que uno se enamore y genere ese cariño, pero también pienso que es algo mágico. Eso es magia, porque esas cosas que veíamos como fastidiosas ahora las vemos como charras. Todo pasa al otro lado, ahora uno ve las cosas como bonitas, yo no sé cómo pasa, pero pasa.» (J2, comunicación personal, 21 de octubre de 2021).

La reflexión posterior permitió resignificar las vivencias, el buen humor se convirtió en catalizador para las exigencias parentales: «[…] nosotros hemos estado tan ocupados con la vida que ni hablamos (risas), todo ha estado muy movido» (Y2). Disponer de tiempo y de amor es la clave señalada para que el proceso de adopción sea exitoso, y saber que la vida vuelve a ser considerada normal solo con el transcurrir del tiempo. «Yo siempre digo, es difícil, pero es muy bonito, necesita tiempo y mucho amor» (Y3), la percepción desde fuera genera bienestar al interior del hogar.

Darle valía en retrospectiva al fenómeno adoptivo generó gratificación: «[…] el amor que ya uno siente ahora es tan igual y grande, que nos permite ver la familia en la misma tónica. Estamos felices por los logros, todos ven que vamos bien, entonces uno dice todo esto valió la pena» (Y3). Al valorar los logros alcanzados, se sienten recompensados por el esfuerzo realizado.

Cuando se tiene un hijo biológico aparecen interrogantes al respecto de su lugar, porque su hijo «[…] pasó a ser uno más, en algún momento lo manifestó, pero él ya sabe que los queremos igual a todos, que en algún momento alguno necesita más acompañamiento que otro» (Y3). La madurez de los padres permitió sentir ecuanimidad y respaldo: «[…] nuestros dos hijos se acercaron a nosotros por enamoramiento, sí, es un proceso que tiene que ver con el corazón y con el tiempo» (J2). En la resignificación del acontecimiento adoptivo, los padres demarcan el afecto y convivencia como elementos esenciales en el proceso de vinculación.

Discusión

Maternar y paternar, a través de la adopción, es posible cuando el hijo está representado de manera simbólica en el deseo de los padres (Rosser, 2015). Cuando los niños adoptados son deseados, ocupan su lugar y logran ser captados como hijos; así lo consideró una de las parejas: «[…] estos hijos son deseados al mil por ciento, no fue un accidente» (A3). El deseo es un elemento diferenciador en la adopción, que soporta la resignificación de la vida del niño/a y de los padres. Según Boetscht et al. (2001), cuando el hijo ocupa el lugar del deseo se crea un espacio de encuentro que propicia emociones articuladas al bienestar, así mismo logran nuevos significados en las interacciones. En este contexto, la familia empieza a reescribir su propia historia.

El apego en los niños adoptados adquiere una característica específica, marcada por un acontecimiento particular, en su vida se presentó una interrupción en el vínculo con su madre biológica debido a la separación (Pérez, 2015), que configuró en el niño la llamada «herida primaria», definida por Newton (2010). Esto no puede ser desconocido por la familia adoptiva, comprender y aceptar previamente que la nueva conexión es compleja, puede generar tranquilidad y sosiego a los nuevos padres.

«[Cuando] se interrumpe esta evolución natural a causa de una separación post natal de la madre biológica, la experiencia resultante de abandono y pérdida queda troquelada de forma indeleble en el psiquismo inconsciente de estos niños, causando […] la herida primaria.» (Newton, 2010, p. 20).

Es fundamental aceptar que las experiencias previas de los niños adoptados estuvieron marcadas por momentos de discontinuidad en sus vínculos: con los miembros de la familia de origen, con los cuidadores transitorios en caso de permanecer en instituciones de protección o con los miembros de las familias sustitutas. De esta manera, reconocer esta trayectoria en la vida del niño/a previo a la adopción puede facilitar el proceso de vinculación con la familia adoptiva. Esta antesala exige a los nuevos padres empatía, paciencia, aceptación, respeto, consideración y esperanza, porque el amor emerge en la adopción como un sentimiento que se edifica con el tiempo y en el compartir cotidiano.

El hijo que llega a través de la adopción es un extraño, tiene una historia de abandono y un trauma que no termina con la adopción, y, si ha sido víctima de malos tratos, es probable que llegue a creer que lo merece. Transformar esa actitud defensiva y retadora en una relación basada en el amor y la confianza es un proceso que enfrenta grandes desafíos (Pérez, 2010) y trae consigo momentos de sufrimiento.

Los nuevos padres y hermanos son también extraños para él/ella. Concebir el proceso del desvínculo anterior en los niños es complejo para los padres y el reto para los adultos es entenderlo con una actitud empática y comprensiva. La vinculación adoptiva es un proceso donde se espera que sentirse padres adoptantes sea el resultado final. Como tal, cada vinculación es una experiencia vivida de manera diferente en cada caso, sin embargo, la conexión entre todos los involucrados se genera paulatinamente, como fruto de esfuerzos, cogniciones y aprendizajes, además del desarrollo de habilidades y competencias parentales.

Al respecto, las familias plantearon: «[…] ese primer año lloramos, nos reímos, nos frustramos» (Y2); «Mercurio siempre ha manifestado desde que llegó, ese miedo eterno de estar solo» (Mar3); «[…] nunca vamos a saber cuál fue la situación que vivió, por mucho que se quiere plasmar en un documento que nos entregan» (I3); «[…] yo digo que nuestra hija es muy fuerte porque su vida cambió de un día para otro» (M3); «[…] tiene a su papá, a su mamá y a sus hermanos, entre ellos era muy importante crear ese vínculo, porque al principio nuestra hija lo negó tres años, mientras ella incorporó en su lenguaje que tenía un hermano mayor» (Y2); «[…] ahora me ve y dice “¡ay no, qué pecado el papá durmiendo solito!”; todo esto en la adopción es de manejo, no podemos ser ignorantes» (A3). Los relatos reconocen las dificultades que se presentaron los meses y años siguientes a la adopción y no desestiman situaciones futuras. Aceptar los vaivenes de la nueva realidad familiar y las ambivalencias en las relaciones cotidianas puede llegar a disminuir el estrés parental inicial y propiciar la nueva vinculación afectiva de manera progresiva, la cual se debe seguir cultivando a lo largo de la vida.

La construcción del vínculo afectivo es un proceso en doble vía, por un lado, el niño necesita comprender lo que significa tener una mamá y/o un papá, aprender a reconocerlos como figuras fundamentales en su vida, sentirse amado y valorado por ellos. En esencia, tiene que experimentar el amor para poder aprender a amarlos en un futuro (Lapastora, 2021). Por otro lado, para los padres implica aceptar a ese niño/a como propio, sentir y leer sus necesidades y conectarse con él, y de esta manera aprender a ser padres.

La vida familiar toma su propio curso: «Yo siempre digo es difícil, pero es muy bonito, […] el comentario siempre ha sido, tus niños se ven muy bien, mira que son muy tranquilos y son niños normales» (Y3). Así, la percepción desde afuera, en ocasiones, genera en los padres la sensación de equilibrio y bienestar. Concebirse como familia y reconocer la adopción como un acontecimiento que acompañará a sus miembros por toda la vida como una huella indeleble es un gran reto: «[…] el concepto de que somos cinco y seis con el perro, creo que ahí fue el momento en el que entendimos que ya somos la familia que se reconoce» (Y3); «[…] realizados totalmente, ese complemento llegó, lo que nos faltaba para ser la familia completa» (A2); «Mercurio es un hijo de corazón, es un amor de hijo» (Ate1); «[…] todos los procesos de adopción son diferentes, los niños son diferentes, los papás son distintos, hay que darle tiempo a la familia para que se conecte, y cada uno necesita su tiempo para que el sentimiento de amor nazca» (M3). No juzgarse y, por el contrario, reconocer que, como proceso, la concepción como familia será fruto del devenir propio de la adopción.

Durante los primeros años, cada familia enfrentó dilemas y desafíos antes de lograr una identidad de familia adoptiva. Esto implicó aceptar que, aunque tiene algunas diferencias con la familia biológica, es igualmente válida y legítima (Montano, 2012). El proceso conlleva a la construcción y consolidación del vínculo, para alcanzar la intención reparadora; además, implica un paso a paso que marca la historia de cada familia.

La construcción de la identidad de familia adoptiva, a la llegada de un nuevo miembro al hogar, presentan grandes interrogantes y confrontaciones; así lo expresaron las personas consultadas: «[…]yo creo que el primer año es de mucha reflexión sobre la decisión tomada, uno piensa, ¡uy!, ¿sí seremos capaz de sacar esto adelante?» (Y2); «[…]yo le dije a mi esposo, para poder aceptar esta situación, “tranquilo, críe al niño y yo voy a hacer la proveedora”, porque en ese momento de la llegada me sentía como desahuciada emocionalmente» (Ate3). Ha sido referenciado en la literatura que las respuestas de los niños durante el proceso de construcción del vínculo pueden llegar a ser difíciles y angustiantes para los nuevos padres (Berástegui, 2004). El proceso adaptativo implica de parte de los padres actitudes flexibles, conscientes y reflexivas que permitan aceptar la complejidad de la vida de los niños antes de ser adoptados.

El afrontamiento hace indispensable implementar estrategias, utilizar las herramientas que poseen las familias, desarrollar otras y desplegar todos los recursos personales, familiares, de pareja y aquellos del entorno. Inclusive, en un momento dado, las familias adoptivas deben buscar ayuda terapéutica para darle trámite a situaciones complejas que afrontan, para recibir apoyo y definir horizontes.

De este modo, es claro que el amor a primera vista no se evidencia en las relaciones de las familias adoptivas. El amor no es idílico ni hay que hacerle apología, este se deconstruye y reconstruye a cada paso, no se da por generación espontánea ni fluye con tranquilidad. Es una relación amorosa retadora, exigente, que implica un proceso de maduración y consolidación como familia en el tiempo.

Conclusiones

La adopción significó para las familias un susto, un cimbronazo, un terremoto, una cosa telúrica, una locura, un choque, un revolcón amoroso, puro cambio y una situación de alto voltaje que desbordó la capacidad financiera, emocional y de planeación.

El rechazo se presentó en todos los casos y generó en los nuevos padres momentos de crisis, caracterizados por desavenencias, molestias, desilusión, desesperanza, mal humor y frustración. Esto exigió la búsqueda de estrategias de afrontamiento para superarlos.

Cuando la pareja adoptante ya tiene hijos biológicos, es posible que se generen dilemas y ambivalencias con estos, como parte del proceso de vinculación afectiva con los hijos adoptivos. Los sentimientos se modifican con el tiempo y el amor se construye sin tener que forzarlo.

Los temores más significativos de las familias adoptantes se soportan en el miedo a ser juzgados, a ser los únicos que presentan dificultades en la etapa de adaptación, al sentir culpa y vergüenza por encontrarse sin recursos para hacer frente a las situaciones complejas.

La etapa de adaptación se extendió en el tiempo y es definida como extremadamente intensa emocionalmente, dura, desafiante e inimaginable. Requirió empatía, respeto, apoyo mutuo, buen humor, aprendizaje, comprensión, aceptación, confianza, amor y dedicación.

La vinculación afectiva entre los miembros de la familia adoptiva es producto de un acercamiento paciente y bilateral. Esta requiere afecto, validación de las emociones de los niños, nombrar lo que están sintiendo, hacerse cargo como adultos de las incertidumbres, y aceptar las fragilidades de todos para comprender y responder a las necesidades de cada uno.

En la vida del niño adoptado existen huellas de desvinculación previas que condicionan la construcción del proceso de apego posterior. Entender que la vida de los niños no comienza con la adopción, permite a los nuevos padres aceptar y comprender sus actitudes, comportamientos y emociones conectadas con las vivencias complejas que cada niño/a ha tenido.

Es la construcción del deseo, previo a la adopción, el que debe consolidarse antes de la llegada del niño/a, porque se convierte en material emocional en el que podrán apoyarse las familias al momento de afrontar la realidad en las relaciones con los/las hijos/as. Si el deseo es sólido y permanece en el tiempo, es más factible contar con elementos para resolver situaciones de dificultad en la adaptación; por el contrario, si el deseo no está suficientemente instalado, el dolor emocional aparece y los conflictos suelen ser mayores y más difíciles de solucionar. Sin embargo, esto último puede tramitarse en el camino, siempre y cuando los procesos de concienciación frente a estas dificultades se elaboren.

Es fundamental fortalecer los procesos socio y psico educativos de las familias adoptantes, previo y posterior a la adopción. El acompañamiento profesional y las reflexiones en torno a los retos que exige la adaptación y convivencia con hijos/as adoptivos/as es necesario enfocarlos desde la construcción y atención del vínculo afectivo.

Aceptar y reconocer que la adopción no es tan fácil como puede pensarse permite empoderarse y sentir que es indispensable implementar estrategias, utilizar las herramientas que poseen, desarrollar otras y desplegar todos los recursos personales y de pareja. Inclusive, es importante buscar la ayuda profesional para darle trámite a situaciones difíciles y definir un horizonte propio, porque la complejidad del fenómeno adoptivo no puede dimensionarse por anticipado.

La principal limitación del estudio estuvo dada por la tendencia de las parejas adoptantes hacia el secretismo de las vivencias pos-adoptivas, que consideran de alto impacto por la intensidad, lo inesperado de la reacción y las dificultades que consideran difíciles de solucionar.

Escuchar los relatos de las parejas adoptantes en el contexto local y traducirlos a través de la investigación, se convirtió en una oportunidad para comprender la particularidad de sus vivencias y sacarlas del silencio. Participar en la investigación permitió a las parejas dimensionar y resignificar el acontecimiento adoptivo como un proceso individual y en pareja que se ha reconfigurado con el transcurrir del tiempo.

Referencias

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