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La escritura creativa como forma de mediación psicosocial: una apuesta desde la visión sociocultural de la cognición humana1

 [Versión en castellano]

Creative Writing as a Form of Psychosocial Mediation: A Bet from the Sociocultural Vision of Human Cognition

 

Escrita criativa como uma forma de mediação psicossocial: um compromisso a partir de uma visão sociocultural da cognição humana

 

Recibido el 26/03/2023

Aceptado el 26/05/2023

 

Cómo citar

Carmona, D. E et al., (2024). La escritura creativa como forma de mediación psicosocial: una apuesta desde la visión socio-cultural de la cognición humana. Ánfora, 31(57), 197-221. https://doi.org/10.30854/anf.v31.n57.2024.1055 

Diana Esperanza Carmona González2

https://orcid.org/0000-0001-6436-854X

CvLAC https://scienti.minciencias.gov.co/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_rh=0001427500

Colombia

Daniela Vanegas Cortés3

https://orcid.org/0000-0002-2246-0900

CvLAC

https://scienti.minciencias.gov.co/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_rh=0001552447

Colombia

Herminzul Jiménez Mahecha4

https://orcid.org/0000-0002-5735-0445

CvLAC

https://scienti.minciencias.gov.co/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_rh=0000718548

Colombia


Resumen

Objetivo: reconocer la escritura creativa como una herramienta de mediación psicosocial, y como un espacio para potenciar las habilidades cognitivas; desde las cuales se interpretan las realidades vividas por los jóvenes a través de los relatos creados en el taller de escritura orientado en el marco del proyecto «Hilando capacidades políticas para las transiciones en los territorios, en Ovejas, Sucre». Metodología: se visibilizan las realidades co-construidas por los jóvenes durante las sesiones del taller de escritura creativa, que contó con la participación de siete jóvenes pertenecientes a la Corporación Juvenil Promoviendo Paz (CORJUP), la cual tiene su campo de acción en la vereda Villa del Carmen y en el casco urbano de Ovejas. Se toman como referencia los postulados de la fenomenología propuesta por el autor Maurice Merleau-Ponty, y la educación popular de Paulo Freire, como fundamento para el trabajo desarrollado con los jóvenes. Resultados: primero, el altar territorial constituyó un dispositivo para la creatividad; segundo, la metáfora aparece como forma de narrar lo innombrable de las realidades de los jóvenes; tercero, el taller se configura como una posibilidad de mediación psicosocial; y, cuarto, se evidencia que la juntanza posibilita a los y las jóvenes fortalecer habilidades cognitivas que permiten apropiarse del conocimiento construido, y reconocer la importancia de este para transformar la realidad vivida. Conclusiones: la escritura creativa procura ser una suerte de escenario para transformar el presente mismo que habitan las comunidades. Se asume como espacio para impulsar los recursos cognitivos que hacen posible la interacción social, se configura como la potencia vidente de encontrar en la juntanza una posibilidad para trascender los conflictos. Reconoce, además, que la escritura muestra, elabora y trasciende la capacidad de mediar entre la realidad individual y las prácticas socioculturales.

Palabras clave: escritura creativa; mediación; cognición; juventud; paz (obtenidos del tesauro de la UNESCO).

Abstract

Objective: To recognize creative writing as a tool for psychosocial mediation and as a space to enhance cognitive skills; through which the realities experienced by young people are interpreted through the stories created in the writing workshop oriented within the framework of the project "Weaving political capacities for transitions in territories, in Ovejas, Sucre". Methodology: The realities co-constructed by young people during the sessions of the creative writing workshop are made visible, which involved the participation of seven young people belonging to the Youth Corporation Promoting Peace (CORJUP), which operates in the village of Villa del Carmen and in the urban area of Ovejas. The postulates of phenomenology proposed by the author Maurice Merleau-Ponty, and Paulo Freire's popular education, are taken as reference for the work developed with young people. Results: First, the territorial altar constituted a device for creativity; second, metaphor appears as a way to narrate the unnamable aspects of young people's realities; third, the workshop is configured as a possibility for psychosocial mediation; and fourth, it is evident that the gathering allows young people to strengthen cognitive skills that enable them to appropriate the constructed knowledge and recognize its importance for transforming the lived reality. Conclusions: Creative writing seeks to be a sort of stage for transforming the very present that communities inhabit. It is assumed as a space to promote the cognitive resources that make social interaction possible, it is configured as the visionary power to find in the gathering a possibility to transcend conflicts. It also acknowledges that writing shows, elaborates, and transcends the capacity to mediate between individual reality and sociocultural practices.

Key words: Creative writing; mediation; cognition; youth; peace (obtained from the UNESCO thesaurus).

Resumo

Objetivo: reconhecer a escrita criativa como uma ferramenta de mediação psicossocial e como um espaço para aprimorar as habilidades cognitivas, a partir das quais interpretar as realidades vividas pelos jovens por meio das histórias criadas na oficina de escrita realizada como parte do projeto «Hilando capacidades políticas para las transiciones en los territorios, en Ovejas, Sucre». Metodologia: as realidades construidas pelos jovens durante as sessões da oficina de escrita criativa são tornadas visíveis, com a participação de sete jovens pertencentes à Corporación Juvenil Promoviendo Paz (CORJUP), cujo campo de ação abrange a vila de Villa del Carmen e a área urbana de Ovejas. Os postulados da fenomenologia proposta pelo autor Maurice Merleau-Ponty e a educação popular de Paulo Freire foram tomados como referência para o trabalho desenvolvido com os jovens. Resultados: em primeiro lugar, o altar territorial se constituiu em um dispositivo para a criatividade. Em segundo lugar, a metáfora aparece como uma forma de narrar o inominável nas realidades dos jovens. Em terceiro lugar, a oficina se configura como uma possibilidade de mediação psicossocial. E, em quarto lugar, fica evidente que o encontro possibilita aos jovens o fortalecimento de habilidades cognitivas que lhes permitem se apropriar do conhecimento construído e reconhecer sua importância na transformação da realidade vivida. Conclusões: a escrita criativa busca ser uma espécie de cenário para transformar o próprio presente que as comunidades habitam. Ela é assumida como um espaço para promover os recursos cognitivos que possibilitam a interação social, configurando-se como o poder vidente de encontrar no encontro uma possibilidade de transcender os conflitos. Também reconhece que a escrita mostra, elabora e transcende a capacidade de mediação entre a realidade individual e as práticas socioculturais.

Palavras-chaves: escrita criativa; mediação; cognição; juventude; paz (extraído do dicionário de sinônimos da UNESCO).


Tejer la palabra en la Colombia profunda

Desde los escenarios de transición política en los que se encuentra Colombia, a partir de la firma de los acuerdos de paz en el año 2016, resulta necesario reconocer no solo las afectaciones derivadas del conflicto armado, sino también los procesos de mediación que han emergido en el territorio; para este caso puntual, desde los jóvenes y sus procesos de escritura creativa. Ese es el asunto central que se abordará en el presente escrito, el cual surge del proceso investigativo desarrollado en el corazón de los Montes de María, específicamente en Ovejas, Sucre, a partir del proyecto «Hilando capacidades políticas para las transiciones en los territorios».

Ovejas es un municipio donde las montañas surcan los cielos y se posan de forma poética en la mente de quienes observan un amanecer con neblina que cubre el pueblo, donde el atardecer rojo llena de esperanza porque ya llega la noche para refrescar el ambiente y dar aire a los cuerpos. Su población es de 23.436 habitantes (Alcaldía Municipal, 2020), de los cuales han sido reconocidos oficialmente como víctimas del conflicto armado un total de 18.507 personas (UARIV, 2021). Este dato habla por sí solo, da cuenta del alto nivel de afectación que esta región ha sufrido, siendo la mayor de ellas el desplazamiento forzado. No obstante, es un municipio en el que sus gentes, pese a las dificultades, han encontrado en diversas alternativas de mediación, maneras de levantarse y seguir adelante.

Ovejas, un municipio que huele a tabaco y ajonjolí; dos cultivos que son de renombre y que además han dado sustento a las familias durante largos periodos. También adornan las calles productos como ñame, yuca, fríjol verde, berenjena, ahuyama, patilla (sandía), ají dulce, ají chivato y miel de abejas, que con la bendición de las manos campesinas se siembran y cultivan en los montes de sus 11 corregimientos, 23 veredas y 14 caseríos (Alcaldía municipal, 2020).

Flor del Monte, Chengue, Don Gabriel, Almagra, San Rafael, Canutal, La Peña y Canutalito son algunos de los corregimientos que, con vías de difícil acceso, han permitido el paso para conocer las resistencias y las formas de resurgir después de la violencia. Para el caso del municipio de Ovejas, esta ha estado presente desde los años 30, cuando los sindicatos recurrieron a las armas (Aguilera, 2013); posteriormente, en los años 40 también se presentó la violencia entre partidos políticos, y en los años 60, con la lucha de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos -ANUC (Méndez, 2017). Finalmente, en los años 90 se dio el apogeo de la violencia en Colombia, y para esta zona, en una continua lucha por el territorio, tuvo mayor incidencia entre 1990 y 2005 aproximadamente. Si bien, en la actualidad la población se encuentra en proceso de transición hacia la paz, no es un secreto que aún persisten situaciones de violencia en la zona, por lo que algunos pobladores incluso indican que «[…] en los Montes de María todavía no hemos vivido el posconflicto» (conversación personal con un líder reclamante de tierras, 2021).

Algunos de los principales grupos armados presentes en los primeros inicios de la violencia en el municipio de Ovejas fueron el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Movimiento Patria Libre (MPL) y la Corriente de Renovación Socialista (CRS). Posterior a los años 90, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) Bloque Héroes de los Montes de María, y, más recientemente, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC). Como consecuencia del accionar de estos grupos, en el municipio se dieron múltiples afectaciones que dejaron, entre los principales hechos victimizantes, el desplazamiento forzado, las masacres, la desaparición forzada, el despojo de tierras y el reclutamiento infantil.

Adicionalmente, en los períodos de mayor violencia, para la comunidad Ovejera era muy normal ser excluidos o señalados por otras regiones ya que, como lo expresa una adulta mayor, «[…] en esa época nos decían guerrilleros. Si uno iba en un taxi y le preguntaban que de donde era uno, uno no se atrevía a decir que de Ovejas porque nos decían guerrilleros» (conversación personal, mujer ovejera de 73 años, 2022). Los crecientes estallidos de violencia en el territorio hicieron de los Montes de María una zona vulnerable.

A partir de todas las problemáticas ocasionadas por la violencia, surge el Programa reconstrucción del tejido social en zonas de posconflicto en Colombia, y, puntualmente, el proyecto Hilando capacidades políticas para las transiciones en los territorios entre los años 2019 – 2022. Este tiene como objetivo «Gestar capacidades políticas para las transiciones en los territorios, con base en mediaciones democráticas de los conflictos sociales, enfocadas en la reconciliación y la construcción de paz estable y duradera» (Sánchez-Jiménez et al., 2021). A través de este proyecto surgieron escenarios de participación comunitaria para la reconstrucción del tejido social, que vincularon diversos actores; entre ellos mujeres, colectivos sociales, organizaciones productivas y jóvenes. Con este último grupo se buscaron espacios que pretendían dar una luz a la necesidad por extender la palabra, tejer saberes y percepciones del mundo que fueran más allá de la realidad que muchos estaban acostumbrados a vivir.

La intención de retratar por medio de la escritura lo acontecido en el territorio surge de la observación participante de una antropóloga que, a través de la literatura popular, callejera y montañera, empieza a tejer espacios de retroalimentación desde el taller de escritura creativa Maniguaje. En este se adelanta un proceso de reconocimiento de las diferentes formas de vivir y recrear la realidad, comprendiendo que «[…] la escritura como forma de representación del universo es susceptible de ser interpretada por y desde infinitos modos de ver» (Cobaleday Agudelo, 2017). Esto implica además que a través de la escritura de realidades populares y académicas se configura la experiencia escrita como una exploración que implica también «[…] interrelacionar y combinar lo verbal con lo visual y auditivo» (Cobaleda y Agudelo, 2017). Se proponen entonces escenarios de mediación para la construcción de paz, donde la escritura como herramienta y espacio de interacción aporta a los territorios la posibilidad de transformar su realidad presente.

Para fundamentar conceptualmente el proceso, se tomaron como referentes elementos relevantes de la educación popular propuesta por Paulo Freire; otros, conectados con la fenomenología de la percepción postulada por Maurice Merleau-Ponty. Finalmente, para la elaboración del presente artículo, en lo correspondiente a la articulación de la narración desde la investigadora como autora, se apeló a la autoetnografía.

De los planteamientos de Freire, resultan relevantes sus postulados de una educación que valore la experiencia vivida de los actores. Sus formas de identificación con intereses y valores comunitarios y populares desde los cuales se lee el mundo; que no siempre son percibidos y estudiados desde el modelo dominante de la educación bancaria (Freire, 2004, p. 48). El interés emancipatorio de la escritura creativa puede entenderse como un modo de abordar los motivos de conflicto y las posibilidades de desarrollo de actividades colectivas, que no son solo respuestas a la violencia, sino que pueden ser maneras de superar esas circunstancias de vulneración.

Ahora bien, en cuanto a Merleau-Ponty, se retoman las conexiones que se establecen entre el sentido de la experiencia como percepción situada de una consciencia que es, a la vez, un cuerpo en relación con una región; con un bosquejo del mundo al cual se accede mediante el gesto, desde la singularidad de lo vivido. En palabras de Merleau-Ponty (1985):

Es por mi cuerpo que comprendo al otro, como es por mi cuerpo que percibo «cosas». El sentido del gesto, así «comprendido», no está tras él, se confunde con la estructura del mundo que el gesto diseña y que tomo por mi cuenta, se exhibe sobre el mismo gesto. (p. 203).

Desde la presencia del cuerpo como gestualidad, la significatividad del estar en el mundo solo es comprensible porque hay unos elementos tácitos, previos, con los cuales la consciencia se relaciona. Los asume con proyección de universalidad compartible con otros desde la percepción corporal, y mediante los intentos de su plasmación en el lenguaje como gesto lingüístico. De esta manera, la concepción del mundo no es un acontecimiento fundado por la consciencia aislada, sino una expansión de la experiencia que se vuelve correlativa a los hilos con los que el lenguaje común logra hacerla transmisible. La concreción del fenómeno de la comunicación mediante el gesto lingüístico hace posible a la vez, por un lado, que el discurso no traduzca «[…] en el que habla, un pensamiento ya hecho, sino que lo consuma» (Merlau-Ponty, 1985, p. 195), de manera que se pueden diferenciar los sentidos de la palabra hablante y la palabra hablada; y, por otro lado, para quien comprenda el discurso, ocurre que tenemos el poder de comprender más allá de lo que espontáneamente pensamos.

Por consiguiente, el estar en el mundo nos permite conocer la significatividad gestual inmanente a las palabras, y el reconocer que «[…] el vocablo está en un cierto lugar de mi mundo lingüístico» (Merlau-Ponty, 1985, p. 197). Si existimos como posible consciencia perceptora, por lo dicho, lo somos en cuanto tenemos un cuerpo común, unos gestos y un lenguaje que nos constituyen. Estos, a la vez, los actualizamos por el hecho mismo de descubrirnos como parte del mundo de las cosas, pero abiertos a la exploración del más allá de la finitud de este mismo, y en proyección del misterio del cuerpo que lo trasciende.

La incorporación de los referentes conceptuales relativos a la autoetnografía obedece a la apuesta relacional que posiciona a la narradora como partícipe de una situación y un entorno social. Allí, la investigadora se percibe e interactúa mediante acciones discursivas que la constituyen en su rol de dinamizadora de una estrategia pedagógica que, a la vez, sirva de escenario para el encuentro con los jóvenes que son los protagonistas de nuevas búsquedas y trayectorias. Por lo anotado, los tres referentes conceptuales convergen en cuanto al carácter social desde el cual se conciben las acciones discursivas y las posibilidades de producción de sentido de los agentes. No desde el desarrollo de habilidades psicológicas individuales, sino desde el horizonte más amplio del desarrollo de las capacidades psicológicas superiores, derivadas de la participación en las diversas prácticas sociales cotidianas que desarrollan las personas.

Metodología

Narrativa popular: la voz profunda como canto territorial

Me gustan los procesos de paz, y es que para mí la paz es como el ave que canta en una mañana; resplandeciente y fresca, es como la salida del sol después de la lluvia, es como el olor a tierra mojada o como el olor de la comida de mamá, es ese abrazo que hace que pienses que todo va a estar bien. (Arlenis Genis, joven perteneciente a CORJUP, 2022).

Acercarse a las comunidades rurales donde lejanos se perciben sus necesidades, es una suerte de espacio de resistencia donde se toma el riesgo de hablar otros lenguajes. A través de la Investigación Acción Participativa (IAP) se pudo escuchar la voz profunda, esa de la realidad que va gestándose a partir de las resonancias colectivas, aquellas que se van ampliando con el paso de los años. Los jóvenes son aquella porción de la población que a partir de los 17 años van encontrando su identidad a través de la interacción con otros. Juventud es tener la posibilidad de abrir la mente a nuevas formas de concebir el mundo, valerse de los espacios cotidianos para construir escenarios que transiten hacia las paces. Esta fue la población participante del taller de escritura creativa, de cuyo desarrollo emerge el presente escrito. El grupo con el cual se realiza el taller, más que haberlo escogido bajo criterios de selección equiparables, se fue consolidando por afinidad y gusto por la escritura; tiene como particularidad que en sus tiempos libres realizan trabajos en los sembrados de ají dulce, ñame y otros cultivos en parcelas familiares. No obstante, en su vida juvenil y de liderazgos, han encontrado la potencia de unirse para no dejar de crear formas que les lleve a pensarse el territorio.

Por un lado, hay algunos estudiantes de primeros semestres de Filosofía y Administración de Empresas, una joven que le gusta la artesanía y la bisutería; por otro lado, jóvenes que apenas se están graduando del colegio y, como una semilla, hay un niño de 12 años que hace parte de los talleres y que empieza a aprender cómo se puede lograr una organización social o juvenil. Como particularidad evidente en el grupo, está el deseo de expresar, poder conversar y reconocer que su espacio comunitario y la región donde viven, Montes de María, son más que guerra e historias fatídicas, como desde los medios han evidenciado. Hay un gusto por lo ancestral, la identidad, la charla, descubrir que se pueden hacer muchas acciones que transforman; y, en este caso, la escritura puede llegar a ser transformadora de realidades individuales y colectivas.

Estos jóvenes tienen como escenario de acción la vereda Villa del Carmen, más conocida en el municipio de Ovejas como «La Santa». Allí nos encontramos con la necesidad de los jóvenes por narrar su territorio, reconocer que les interesaban los ambientes artísticos como la capacidad para exteriorizar sensaciones y vivencias. Por ello surgió la idea de crear la estrategia pedagógica «Taller de escritura creativa», el cual se constituye en el instrumento principal utilizado para consolidar la información. Todo empieza en el grupo de Jóvenes CORJUP (Corporación Juvenil Promoviendo Paz) que surge en el año 2021. Adicionalmente, a raíz de pertenecer a la Red Ecuménica de Mujeres por la Paz (REMPAZ), los jóvenes decidieron formar un proyecto alternativo e incluyente que les permitiera trabajar por la juventud ovejera. Para ellos era importante encontrar un espacio donde pudieran expresarse, ser independientes de cualquier bandera política u organizacional, ya que, como lo manifiestan algunos, «[…] ya veníamos trabajando mucho, pero no encontrábamos razones para continuar, a veces los liderazgos no son claros o sanos» (Joven de CORJUP, 2022).

Escuchando las razones, y finalmente observando cuáles eran las falencias y limitaciones en el territorio, el taller se instala en el mes de febrero de 2022 para dar rienda suelta a la creatividad de los jóvenes. El objetivo principal, fomentar a través de la escritura espacios narrativos para la creación literaria en torno a la memoria campesina e individual del territorio; frente a un contexto de silencio, donde no se cuentan muchas cosas, hablar tal vez ha sido negado porque solo a los mayores se les escucha, y donde callar a la juventud y la niñez ha sido parte de la «urbanidad de Carreño». Resulta fundamental reconocer que, ante esta ausente capacidad oral de los jóvenes, se marca un precedente a la hora de llegar con esta propuesta de expresión escrita y oral. Si bien escribir creativamente le da lugar a la reflexión y vivencia interior, es importante desarrollar la potencia del lenguaje para leer lo que se escribe, para compartir. Para los jóvenes de CORJUP se torna entonces importante co-crear y ser parte de la planeación de las actividades, allí se logró que encontrarán en la juntanza dominical la potencia de resignificar el papel de los proyectos sociales en el territorio.

Aunado a lo anterior, se evidencia la necesidad por diseñar actividades incluyentes, co-construidas y pensadas desde los símbolos territoriales presentes en el altar territorial. Un espacio que se diseñó con objetos para el reconocimiento del territorio y las observaciones de las prácticas, que permitía observar y reconocer saberes y oficios como el tejido de sombreros, sillas y mochilas; la preparación de platos típicos como el mote de queso, la ensalada de berenjena, el arroz de frijol y la pava de ají; productos labrados en la región como la miel de abejas, el tabaco, el ajo, ají dulce, aguacate, ñame, ajonjolí; entre otros alimentos y objetos que se configuran de importancia en la construcción de representaciones colectivas y simbólicas para los habitantes del municipio de Ovejas.

El camino de escritura y comprensión de su entorno era algo que apenas iniciaba. Todos los caminos llevaban a Ovejas, como la tierra que les forjó sus espíritus e identidades campesinas. «[…] si a mí me preguntan, yo soy campesino, no lo niego, me siento parte de mi tradición» (Joven de CORJUP, 2022), con esta expresión se inició el trabajo, pensando en la potencia de los símbolos que hacen presencia en el altar territorial, cada uno elige su alimento u objeto, le da un origen y además unas características (figura 1).

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Figura 1.Ilustración inspirada en el altar territorial.

Fuente: elaborado por José Aníbal Rivero Salcedo para la Cartilla «Narrativas populares para la construcción de paz», 2022.

Posteriormente, y con la creación de personajes, se invita a conocer qué es un cuento, socializar algunos que permiten trabajar la narración popular y campesina, y la voz interior como posibilidad de sanar. Por ejemplo, para abordar el reconocimiento del territorio y la voz popular se propuso leer el cuento «El Flechas» de David Sánchez Juliao. La lectura inspiró a los jóvenes a que sus voces salieran a flote; expresiones populares como no joda’, erda, mondá, «pelao, ven te echo un cuento», entre otras, surgieron para generar un diálogo más ameno entre ellos mismos, donde no tuvieran prejuicios por expresar sus sentires e interiormente lo que son y lo que somos. Desde el costeñol, término con el que se identifica la forma de hablar y expresarse de las comunidades ubicadas en la costa atlántica de Colombia, (y que el Instituto Caro y Cuervo reconoce como un dialecto que corresponde a una variación del castellano en el Caribe colombiano) se encuentran palabras que denotan un significado en este contexto particular y son usadas con una capacidad innata para transmitir una característica identitaria o, como se apunta en el trabajo realizado por De la Ossa y De la Ossa (2021), «[…] un dialecto sentipensante, es decir, el costeño habla sintiendo y siente hablando, de allí sus expresiones lingüísticas y corporales que escapan del entendimiento de aquellos que no tienen raíces caribeñas» (p. 25).

Así, a través del lenguaje y su dialecto; el costeñol, los jóvenes iban teniendo más confianza en quienes orientamos el proceso; no porque fuéramos las «seños» (Nombre que se le da a las profesoras en el municipio), sino porque implicaba poner en conocimiento nuestras prácticas y nuestras formas de hablar para nombrar el mundo. Por ello, se ponía de manifiesto la capacidad de la escritura como mediadora desde diversos aspectos socio-culturales y psicosociales; ya que el diálogo desde lo territorial empezó a crecer. Los jóvenes enunciaban sus prácticas, y cada vez para ellos era más divertido escribir para compartir y resignificar lo que sus personajes iban narrando, además de los significados que descubrían en sus narrativas. Mientras esto acontecía, el cuerpo de la investigadora se cargaba de sentido, de palabras y acciones propias del entorno habitado. Acá cobra sentido la autoetnografía como espacio de diálogo con la comunidad, como esa potencia de acercar las universidades y la academia a escenarios comunitarios; comprendiendo esa realidad desde la investigadora como cuerpo que interactúa. Así pues, «[…] el cuerpo es una suerte de espacio expresivo que se entrelaza con los demás cuerpos humanos, con lo viviente y con las otras cosas, lo que en definitiva corresponde al mundo mismo» (Ferrada, 2019, p. 161).

En este sentido, el trabajo mancomunado con los jóvenes implicaba cada vez más entrelazar pensamientos individuales con los colectivos; así la escritura iba cobrando forma. De esta manera, la escritura creativa y la investigación se iban tejiendo alrededor de la autoetnografía, como potencia para vislumbrar y permitir que se amplíe «[…] su concepción para dar cabida tanto a los relatos personales y/o autobiográficos, como a las experiencias del etnógrafo como investigador —ya sea de manera separada o combinada— situados en un contexto social y cultural» (Blanco, 2012, p. 55).

Sumado a esta necesidad latente por comprender el mundo de los jóvenes, más allá de solo realizar acciones desde los encuentros escriturales, resulta preponderante reconocer la potencia que tiene la educación popular en contextos de reconstrucción del tejido social. Esto implica entonces comprender que no hay solo una realidad en el mundo, ya que hay muchos mundos, muchas vidas, muchos cuerpos. Hay tantas lecturas del contexto como cuerpos caminando y viviendo el latir de la identidad de su propio territorio. Así se carga de sentido el hecho de que quienes trabajan o se han aproximado a estos contextos, parafraseando a Mejía (2014), se van dotando de una educación crítica que pueda ser implementada en toda la sociedad. Una educación que ayude a comprender que, si se trabaja de la mano con las comunidades desde sus realidades y ubicaciones «oprimidas», se puede lograr una transformación de esa ubicación para co-construir sociedades más justas (Mejía, 2014, pp. 5-6).

En este punto, las miradas desde la investigación social y la posición de la investigadora en el taller se empiezan a fortalecer con los ejercicios elaborados durante las sesiones prácticas de escritura creativa. No hay una premisa para escribir, no hay sabedores de escritura donde se juzguen las retroalimentaciones que se iban co-construyendo, simplemente, a medida que se distinguían los estilos de escritura, se desplegaban algunos horizontes para lograr una narrativa propia, con una voz interior del tamaño de las realidades juveniles de los participantes.

Como anteriormente se relacionó, la construcción de los cuentos y las narrativas populares que fueron surgiendo tenían como protagonistas historias propias de cada participante; en sus individualidades se permitían expresar lo que sentían con respecto a la realidad del mundo, su mundo. Entonces, en el compartir de la experiencia, lograba observar que realmente se constituía como un espacio significativo desde la relación comunidad-academia, el cual sostenía un escenario de aprendizaje en torno a que «[…] es el individuo mismo el que genera y construye su propio aprendizaje» (Capilla, 2016, p. 52). En este sentido, cada uno de los participantes en sus escrituras creativas aprendía a narrar-se y, finalmente, construía su forma de interiorizar lo que sus escritos querían transmitir sobre sus lugares de enunciación.

Para contribuir a las transmisiones de saberes sociales y culturales en los territorios, es necesario reconocer las narrativas propias del contexto. Estas, a su vez, se constituyen como escenarios de interacción social que desembocan en el intercambio de pensamientos, acciones y condiciones individuales para esclarecer las potencias de los cuerpos en interacción constante con otros. «Visible y móvil, mi cuerpo está en el número de las cosas, es una de ellas, pertenece al tejido del mundo y su cohesión es la de una cosa» (Merleau-Ponty, 1964, p. 17); es en este punto donde cobra sentido la interrelación entre fenomenología y autoetnografía. Por lo tanto, no podría narrarse la experiencia de los otros sin vincular el sentir y estar de la investigadora en campo, sin vislumbrar que la escritura individual desencadena en escrituras colectivas de territorios y conversaciones comunes, y construcciones sociales que se convierten en prácticas culturales constituidas.

Allí, y desde lo que se plantea en este artículo, la condición humana por relacionarse, intercambiar pensamientos y co-construir implica pues que la cognición humana no sea vista desde la individualidad de los sujetos, sino mediada naturalmente por la interacción con otros individuos. Ahí es donde se encuentra la potencia de la juntanza, la creación colectiva y la educación popular y comunitaria como escenarios transformadores y posibilitadores de narrativas para el intercambio socio-cultural. De este modo, se puede decir que lo psíquico no se corresponde meramente con la individualidad; por el contrario, se podría decir que nos reconocemos en «[…] un mundo dialógico que traspasa el umbral del sujeto como ser individual, por cuanto su construcción como ser social lleva consigo la identidad del nosotros, sus acciones y movimientos conectados” (Sánchez-Jiménez et al., 2021, p. 97).

Aunado a esto, y partiendo de la importancia de la escritura creativa como espacio de intercambio, interacción y creación entre jóvenes, resulta fundamental expresar que la escritura como arte permite que los individuos medien sus conflictos internos y externos, públicos y privados, comunitarios o familiares en pro de solventar cualquier daño psicosocial que pueda emerger de algunos sucesos. En el caso particular de Ovejas, se enmarcan en el conflicto armado como escenario de disputa territorial y violencia armada hasta los tiempos presentes.

La escritura sana, salva, transforma, traslada y se instala en las mentes de quienes la practican; no es una suerte para quienes se arriesgan a escribir que puedan transmitir a comunidades rurales los aprendizajes y exploraciones sobre la escritura que han adquirido con el paso del tiempo. Esta es la potencia, la ganancia y el aprendizaje; ir más allá de la realidad ya percibida, ya construida y que ya han planeado para un sujeto, poder salir de ese molde de la vida en donde desde las formas instituidas no se puede hacer una u otra cosa. Expresar es entonces acá el poder de la escritura como mediadora psicosocial, ya que, como lo mencionan Sánchez-Jiménez et al. (2021):

[…] un mundo relacional va más allá del individuo como ser psíquico y aislado de su contexto interactivo. Decir que alguien o algo actúa desde lo psicosocial es hablar de una construcción de acciones coordinadas a través de las cuales toda creación, o resultado de dichas creaciones, quedan bajo la responsabilidad de las partes que interactúan. (p. 97).

Este relacionamiento entre individuos y cuerpos que se reconocen desde una historia común crea escenarios de intercambio, en donde cada vez más encuentran sentido a resolver conflictos, visibilizar problemáticas del territorio y hallar respuestas a algunas incógnitas propias de la juventud.

Resultados

La escritura creativa como mediadora de paz

La paz es transparente, no se ve, pero existe.

La paz sabe a agua, «a nada», pero a todos les gusta y es vital.

La paz es como un perro, si es tu paz interior es tu mejor amigo.

La paz es como el humo, ese que surge del fogón de mamá.

Que, aunque sean los mismos ingredientes siempre, le da un toque especial a las cosas «parecido al amor». (Marlon Genis, joven perteneciente a CORJUP, 2022).

Aprendizajes múltiples surgen de la vida en comunidad. Pensar la academia al servicio de los pueblos tiene que ver con la resistencia educativa presente, desde los lugares que les corresponde indagar a los investigadores y profesionales de diversas disciplinas. Contrario a otros modos de producir conocimiento, este artículo nace de las narrativas creadas por los jóvenes participantes del taller de escritura creativa, acunados entre los montes, e interesados siempre por narrar las otras formas de concebir la cultura y su territorio.

El altar territorial como dispositivo para la creatividad

Las prácticas presentes en la identidad ovejera marcaron un papel fundamental a la hora de diseñar la estrategia pedagógica. En este sentido, la ejecución del taller se enmarcó en el altar como potencia de identidad y tejido comunitario, que se manifiesta como una narrativa simbólica, para llenar de significado lo sagrado del territorio por medio de objetos y alimentos representativos e identitarios del lugar. A partir de allí se elabora un collage narrativo que, a su vez, es una «colcha de retazos»; fragmentos de identidad tejidos desde la palabra hasta la escritura. Esto permitió un despliegue imaginativo en los participantes cuyas identidades han sido plasmadas en este artículo, ya que se considera imprescindible traer su esencia y su voz a sus creaciones literarias y pensamientos. A través de dar vida a objetos y alimentos; hablar del arroz como un «[…] personaje pelirrubio […] que le gusta estar mucho en el campo, se siente muy a gusto ahí»(Marlon Genis),o hablar del tabaco como un «[…] viejo grande, humilde, bien presentado como político en campaña»(Brayan Palencia),se involucraron importantes elementos creativos, como lo expresó Vigotsky (1990), «[…] la imaginación siempre se estructura con elementos tomados de la realidad». Así pues, vimos cómo las experiencias previas de los jóvenes, con relación a dichos elementos del altar territorial, posibilitaron materiales para su imaginación y el despliegue de capacidades escriturales que incluso ellos desconocían.

Finalmente, se construyó un collage narrativo que hizo parte de la esencia del taller; puesto que no solo se llega a él como producto de la estrategia pedagógica, sino que permite hacer una retrospectiva del altar, pero en una narrativa creativa. De este collage surge también el cortometraje «Lo innombrable: el maquillaje de la realidad», dirigido por Katherinne Andrea Vidal Pino, el cual fue presentado en el Festival Internacional de Cine de Manizales en noviembre de 2022. En este collage narrativo se destacan los relatos individuales de los participantes al taller, donde se hallan narrativas como: Maxwell José Duque Escobar, de Marlon Genis; Mientras tanto en el juego, de Arlenis Genis; Historias y recuerdos, de Osnaider Ortega; El tabaco encendido, de Brayan Palencia Peña; La alegría blanca, de Dina Peña; y Maraca Maraquín Mercado, de Andrea Mercado.

En dichos relatos se logró evidenciar que la creatividad como aspecto innato al ser humano resalta en una suerte de llamamiento a continuar transformando el territorio por medio del arte. Al respecto, también Vigotsky había planteado que existen maneras diferentes de representar la realidad al llegar a la adolescencia. Actividades propias de la niñez, como el juego y el dibujo, migran hacia expresiones creativas como la escritura y la música, las cuales se encuentran relacionadas con experiencias más subjetivas y personales (Vigotsky, 1990) que igualmente potencian la capacidad imaginativa. En palabras de Limiñana (2008), «Mientras más rica sea la experiencia del hombre, mayor será el material con que contará su imaginación» (p. 40).

Estos escritos en autoría de los y las jóvenes o pelaos, como suelen llamarse, desencadenaron en la visibilidad de sus percepciones con respecto a la realidad de su territorio, por ejemplo, en Historias y recuerdos, el autor Osnaider Ortega deja ver su percepción respecto a cómo nombrar un grupo de gaiteros:

[…] cambiando de tema y recordando viejos cuentos de Benvolio, contaba que hacía parte de un grupo gaitero llamado Los Desterrados, grupo conformado solo por veteranos. Estando allí el viejo nos contaba que tuvo una maraca hermosa y hasta nombre le puso el condenado, la llamó macaraquita, hasta ahora son inseparables, son el uno para el otro. (p. 18).

Queda claro el lugar de importancia que el territorio y la cultura ocupan en las vidas de los jóvenes ovejeros, es innegable que están a la base de lo que aprenden y la manera como adquieren dichos aprendizajes. Como lo plantea Ocampo (2011), en el estudio del proceso de aprendizaje es importante y necesario incluir el estudio sobre la cultura, el cuerpo y las emociones.

Finalmente, el taller de escritura creativa, además de permitir el desarrollo de habilidades cognitivas como la creatividad, la comprensión y la expresión, se convirtió también en un espacio de encuentro, de interacción y de motivación. En esta misma línea, Tacca (2016) describe algunos planteamientos en torno a la manera como aprenden los jóvenes, y concluye que el aprendizaje está ligado a la frecuencia de estímulos y emociones que ellos experimentan. Argumenta que cuando una clase (o en este caso un encuentro) se acompaña de emociones positivas, se convierte en una prioridad para los jóvenes; como efectivamente lo fue el taller de escritura creativa.

La metáfora como forma de narrar lo innombrable

Los desterrados, un modo de mencionar cómo en muchos contextos se arrebató la posibilidad de sembrar la tierra. En tiempos del conflicto fueron muchos quienes desde las vicisitudes padecidas se desplazaron y quedaron desterrados; allí, inmersa en la escritura, está la interpretación de quien escribe sobre su entorno y las historias que narra. Como esta, otras historias dejan ver que se está hablando de la época del conflicto armado; solamente que para los jóvenes es más factible hacerlo desde un relato literario, usando metáforas, sinonimias, aliteraciones y otros recursos que posiblemente hagan menos densa la manera de nombrar lo que vivieron ellos o sus familias. Al respecto, Zambrano et al. (2019) argumentan que «[…] la imaginación creativa les brinda la oportunidad de sentir la “libertad” de alterar todo aquello que ya se sabe, e introducirse en un contexto nuevo de muchas posibilidades» (p. 70).

Así pues, la escritura les permitió a los jóvenes expresarse desde su subjetividad; pero no solamente para abordar experiencias negativas, sino también historias de esperanza. En el relato Mientras tanto en el juego, Arlenis Genis revela que siempre es posible dar segundas oportunidades.

Y pa’ termina’ de echa’ el cuento, les puedo decir que Zoe es capaz de hacer grandes cosas y sabe muy bien que está hecha de cuerpo y alma pa’ poder conocer y darse la oportunida’ de confiar en los demás. Zoe sabe que es una llorona pa’ demostrar que existe gente buena y sabe que está casi raquítica y enana para dar a conocer que con esas cualidades puede cambiar el mundo.

En el lenguaje que usa (costeñol) deja ver que es posible traer la cotidianidad al relato, escribir dándole voz a su propio contexto. Espacio que transmite seguridad y ampara lo que el taller pretendía, visibilizar las múltiples maneras de percibir la realidad. En el taller, las emociones ocuparon un lugar principal; permitir expresarlas dio mayor sentido a las experiencias de los jóvenes, quienes encontraron en este un espacio para sentirse comprendidos y reconocidos. Como lo mencionan Martínez y Vasco (2011), «[…] al comprender los sentimientos, se pueden formular mejores principios éticos y políticos capaces de reducir la aflicción y aumentar el bienestar de la sociedad» (p. 193)

En esencia, este regalo narrativo permite observar que, a pesar de que en un inicio ninguno en sus relatos individuales mencionó la época del despojo, el conflicto, la violencia y desplazamiento que vivieron en los Montes de María, estos eventos quedaron plasmados en las memorias de sus familias; el legado de sus ancestros imprime en ellos la necesidad de evidenciar lo ocurrido. De tal manera, se encontró que el lenguaje metafórico sirvió como recurso para la expresión, que potenció además, como lo menciona Valenciano (2019), otras habilidades como la motivación, la creatividad y el pensamiento reflexivo. En el fragmento de la guía para el lector que se co-construyó con los pelaos, ellos quisieron explicarle a quien leyera algunos elementos que se encuentran a lo largo del relato:

Con el objetivo de camuflar (metaforizar) el periodo del conflicto armado en los Montes de María, se decide que cada juego representa una forma de responder ante los hechos victimizantes que acontecieron en el territorio, el cual en el collage se representa como el elefante.

En este caso, la metáfora es más que un recurso literario y se convierte en un puente hacia lo que se quiere decir; como lo mencionan Pousa et al. (2020) «[…] la escritura está, a su vez, plagada de metáforas e imágenes que disfrazan lo que en ocasiones es difícil recordar, decir y sentir» (p. 58). Lo anterior hace referencia y alusión al siguiente apartado:

Y así Maxwell creía que toda la gente era buena, pero cuando fue creciendo se dio cuenta que eso no era cierto, porque ni la yuca, ni el ñame, ni el maíz y ni la vida misma crecen bajo la sombra del elefante, por eso defiende la agricultura como una gallina fina que pasa mirando que el gavilán no se le lleve los pollos. (Marlon Genis, 2022).

La escritura creativa como forma de mediación psicosocial

El proceso creativo logró dar contexto al relato, poniendo como escenario los Montes de María. En los fragmentos creados por los jóvenes se logra percibir que las mediaciones psicosociales creadas por los individuos se empiezan a convertir en espacios de común encuentro, donde tejer es la clave para reconocer la vitalidad de pertenecer a un mismo espacio, sentirse parte de la red del mundo donde todo acto asociado a un individuo toca a una comunidad completa; comprender la realidad de quien ha tenido que padecer otras realidades.

La palabra escrita se convirtió en elemento de mediación psicosocial; como lo mencionan Pousa et al. (2020), «Las palabras tienen el poder de producir cambios, cambios que suceden cuando se amplía la conciencia sobre quiénes somos y quiénes son los demás» (p. 64). Y esto fue precisamente lo que se pudo evidenciar en los participantes, cambios en la forma de percibir, narrar e interactuar en sus realidades presentes. Los espacios de escritura creativa se convirtieron en entornos de autoconocimiento y reconocimiento de los otros.

Como se narra en el escrito colectivo, «Y sí, la sombra del elefante crece cuando la tarde cae y con ella se oscurece la tierra… ¡pero no la esperanza!», no cesan los cuerpos de querer vestirse de otra realidad; de exclamar que es posible encontrar otras palabras, otras tierras, otros aires que renueven lo pasado, que transformen el futuro. En un contexto afectado por la violencia, la construcción de paz aparece como una necesidad imperante, así lo expresaron los jóvenes que participaron del taller de escritura creativa:

Pelao 11: Que la historia quede en historia.

Pelao 12: Y que la historia no se repita.

Pelao 13: Limpieza interior para poder limpiar el territorio.

Viajero: ¿Qué buscas?

Maxwell: Paz. (CORJUP et al., 2022).

Partiendo justamente de las necesidades del contexto, se encuentra la construcción de paz como una de primer orden. En ese sentido, emociones y sentimientos en torno a esta afloraron en los encuentros; trasladarlos a la escritura permitió corroborar que para los jóvenes la paz es una decisión diaria. En el entendido que toda decisión humana es producto tanto de mecanismos emocionales como de procesos cognitivos, los jóvenes expresaron que tienen la capacidad de definir qué acciones llevar a cabo y cuáles no, para evitar repetir la historia de violencia y apostarle a un futuro en paz. Como lo plantea Damasio (2005): «[…] las emociones y sentimientos no poseen una bola de cristal para ver el futuro. Sin embargo, desplegados en el contexto adecuado se convierten en presagios de lo que puede ser bueno o malo en el futuro cercano o distante» (p. 143).

«Y ¿qué hubiera pasado si no hubiera llegado la violencia a Ovejas?». Con esta pregunta uno de los jóvenes resalta la vitalidad de la escritura; ese espacio para ensalzar el presente, volver los ojos y la mente a otras realidades, para comprender que la paz está en un mote de queso o en la miel de abejas cultivada por los campesinos de Chengue, y también en las narrativas de los campesinos de Ovejas. Es que no se podría pasar por alto reconocer que es posible instalar una capacidad, reconocer el saber innato de narrar a través de lenguajes comunes, de saber que es posible transformar lo pasado, lo presente y lo futuro. El taller de escritura creativa se consolida entonces como una forma de mediación psicosocial, potenciando la capacidad

[…] para construir formas de transformación de los conflictos y son posibles cuando comunidades se unen para encontrar alternativas que generen vida y nuevas formas de lenguajes para relacionarse con los otros y favorecer la convivencia psicológica, social, cultural y política. (Sánchez-Jiménez et al., 2021, p. 93).

El poder de la escritura colaborativa

La juntanza aparece como potencia para transformar la realidad social. Se pudo evidenciar que es posible tejer a través del lenguaje las realidades del silencio y la precariedad institucional. Es posible resistir y dejarse encontrar por la inspiración en el desayuno ovejero con yuca y ajonjolí, o en el almuerzo con ensalada de berenjena y arroz de ahuyama, y ¡qué decir de una buena comida de pava de ají con yuca y ñame! Todo esto acompañado del aliento montuno, del olor a tierra moja’, y el filo del machete con el que al sol y al agua los padres y estos «pelaos» van al monte a buscar ese pedazo de cielo que les da la esperanza de que un futuro diferente es posible. Crear ese futuro en complicidad con otros fue una posibilidad en el taller, se hizo evidente que la creatividad no es una tarea en solitario, sino que obedece a un proceso que es socialmente distribuido y participativo (Clapp, 2019).

Los jóvenes mostraron un profundo interés por los asuntos sociales, políticos, culturales y económicos de su territorio, por lo que se considera necesario, al igual que lo plantean Espinel-Rubio y Feo-Ardila (2022), «[…] que los adultos e instituciones reconozcan la capacidad de agencia de los jóvenes de la región como transformadores de sus propias realidades» (p. 64).

El diálogo intercultural se pone bajo La Ceiba, ese árbol que durante ocho meses recibió, escuchó y protegió los cuerpos que escribieron y narraron para construir paz (figura 2).

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Figura 2. Integrantes del taller de escritura creativa bajo La Ceiba.

Fuente: Luisa Fernanda García Guzmán, 2022

Cargados de anécdotas, de sonrisas, de reconocimiento en los otros y con los otros, los jóvenes reconocen que eso que se ha llamado la apropiación social del conocimiento no resulta solamente de la idea de reconocer que hay instituciones que llegan, intervienen y se van. Acá, como lo dijo uno de los jóvenes mientras viajaba a Manizales a presentar el cortometraje, Lo innombrable: el maquillaje de la realidad, «[…] con ustedes pudimos hacer algo, viajar, este es el inicio para muchas cosas» (Conversación personal joven CORJUP, 2022). Apropiarse de sus propias habilidades es la capacidad que se deja, se transita y se expone; se hace evidente y deja la claridad de que otros mundos ya existen. En este sentido, se puede decir que el taller de escritura creativa constituyó para los jóvenes la apertura a un viaje en el que cobró sentido no solo el destino último, sino el trayecto recorrido para llegar a él.

Conclusiones

Plantearse una pregunta como: «y ¿qué hubiera pasado si no hubiera llegado la violencia a Ovejas?», desde la perspectiva del cuerpo juvenil que hereda la palabra hablada que nombra el conflicto, puede entenderse también como la apertura a un horizonte diferente, una opción antes no mencionada; una palabra hablante que inaugura otra perspectiva, que apuesta porque el tiempo futuro pudiera pensarse sin la necesaria mención del pasado aterrador. Quizás para el cuerpo juvenil, la escritura creativa y la palabra que nombra otras realidades optimistas puedan ser oportunidades para valorar la cuota de silencio que la generación anterior de habitantes de los Montes de María pagó a causa de la violencia, y pueda entonces ese cuerpo juvenil afrontar las necesidades del futuro; las contradicciones de tratar de vivir en paz.

En este sentido, un diálogo sociocultural alrededor de la escritura creativa permite trascender las historias y prácticas arraigadas desde las tradiciones familiares, para llevarlas a narrativas que puedan superponer las realidades próximas, las otras formas posibles de habitar el mundo. Aún quedan instaladas en las mentes aquellas frases, situaciones y prácticas que se constituyen como influencia directa en las acciones individuales de los jóvenes.

Por ende, las prácticas socioculturales invitan a hacer la reflexión de que el cuerpo como sistema, no solo biológico sino cultural, ha desarrollado formas de absorber e interiorizar la información, historias o marcas que han pasado por los ancestros. Ellos, quienes desde sus propias vidas, cuerpos y espíritus ocuparon un lugar en el mundo, un lugar que a su vez los posiciona como seres pensantes, videntes, creadores y narradores de su realidad y sus territorios. La escritura creativa, como se menciona en otros apartados, es una suerte de expresión, juntanza, cooperación y transformación de sí mismos y su realidad. No es gratuito para los jóvenes intentar trascender el discurso, el silencio, el ensimismamiento que resulta de las prácticas anteriores a ellos y que, gracias a espacios creativos, artísticos e innovadores, los posiciona como constructores de sus vidas.

El taller de escritura creativa se asumió entonces como un espacio para el desarrollo del pensamiento, un escenario de aprendizaje social compartido. Propicio para poner en práctica y fortalecer ciertos recursos cognitivos como la memoria, la atención, la autoconsciencia y la resolución de problemas, al posibilitar un lugar para la creación y así lograr lo que se creía imposible; como lo expresó uno de los participantes, «[…] nunca pensé que yo pudiera escribir», y el equipo de investigación fue testigo de que pudo hacerlo. Este fue además un escenario para la expresión libre, para poder decir lo que se quiere decir y ser lo que se quiere ser.

Así mismo, el proceso de escritura creativa les ha permitido a los y las jóvenes, en palabras de Arendt, una especie de natalidad, de aparecer en el mundo, de sentirse reconocidos, ser actores principales que se asumen como parte de la historia y del presente que están construyendo y no como simples espectadores. Este taller ha hecho posible, como lo diría Carmona (2019), que los y las jóvenes se posicionen políticamente en su comunidad y su contexto, que se asuman y sean asumidos como sujetos cognoscentes, con capacidad de agencia y con la posibilidad de aportar el establecimiento de un nuevo curso de acción en la realidad de su territorio.

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[1]  Este artículo es el resultado del proceso desarrollado a través del programa de investigación «Reconstrucción del tejido social en zonas de pos-conflicto en Colombia» código SIGP: 57579, con el proyecto de investigación «Hilando capacidades políticas para las transiciones en los territorios», código SIGP: 57729. Financiación: financiado en el marco de la convocatoria Colombia Científica, contrato No FP44842-213-2018. Conflicto de intereses: los autores declaran que no existe conflicto de intereses. Disponibilidad de datos: los datos relevantes que se encuentran en el artículo están almacenados en http://reconstrucciondeltejidosocial.ucaldas.edu.co

[2]  Doctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Universidad de Caldas. Correo electrónico: diana.carmona@ucaldas.edu.co

[3]  Antropóloga. Universidad de Caldas. Correo electrónico: daniela.vanegas@ucaldas.edu.co.

[4]  Doctor en Ciencias Pedagógicas. Universidad de la Amazonía. Correo electrónico: h.jimenez@udla.edu.co