La función social del arte. Estudio comparativo del cuento «El canto de la cigarra» de Onelio Jorge Cardoso y del mito «La cigarra y las hormigas» de Esopo1


The Social Function of Art. A Comparative Study of the Tale “El Canto de la Cigarra” (“The Song of the Cicada”) by Onelio Jorge Cardoso and the Aesop Fable, “The Ants and the Grasshopper”


A função social da arte. Estudo comparativo entre o conto "O canto da cigarra" de Onélio Jorge Cardoso e o mito "A cigarra e as formigas" de Esopo


Recibido el 19/09/2022. Aceptado el 11/01/2023


Aglaía Spathi2
https://orcid.org/0000-0002-7955-2849
Grecia

› Cómo citar Spathi, A. (2024). La función social del arte. Estudio comparativo del cuento « El canto de la cigarra » de Onelio Jorge Cardoso y del mito « La cigarra y las hormigas » de Esopo. Ánfora, 31 (56), 304-318. https://doi.org/10.30854/anf.v31.n56.2023.1005

Resumen


Objetivo: resaltar la fuerza del arte para transformar la conducta ética del individuo y apoyarlo en su lucha contra el poder injusto, a través del estudio del cuento «El canto de la cigarra” del autor cubano Onelio Jorge Cardoso (1914-1986) y de la fábula «La cigarra y las hormigas» del fabulista griego Esopo (siglo VI a. C.). Metodología: se partió de un recorrido histórico por la filosofía platónica, pitagórica, aristotélica cínica y la del filósofo alemán Schopenhauer, sobre la trascendencia del arte para mitigar el dolor del hombre y apaciguar sus pasiones. Con la finalidad de recalcar que en el cuento «El canto de la cigarra» el escritor cubano hace hincapié en la relación del arte con el poder y exhibe la creación de una sociedad sana y constructiva a través del cultivo estético, se realizó un estudio comparativo de dicho cuento con la Fábula «La cigarra y las hormigas» de Esopo ya que ambos autores utilizan el mundo de los animales como microcosmos de la comunidad humana. Resultados: se demostró la importancia social del artista y de su obra cuya utilidad, aunque no sea evidente de inmediato, puede conducir al perfeccionamiento moral de toda la colectividad construyendo un futuro solidario y antidogmático. Conclusiones: a través del paradigma alegórico de la comunidad de los animales se hace claro que el arte introduce la perfección y la belleza ética en la sociedad. De ahí que, en un mundo en plena crisis social, el artista con su obra logre derribar del trono a los poderosos enalteciendo a los más humillados y creando un mundo ideal.

Palabras clave: arte; mito; sociedad; poder; injusticia.


Abstract


Objective: To highlight the power of art to transform an individual’s ethical behavior and support them in their struggle against unjust power, through the study of the story "El Canto De La Cigarra" (“The Song of the Cicada") by Cuban author Onelio Jorge Cardoso (1914-1986) and the fable "The Ants and the Grasshopper" by the Greek fabulist Aesop (6th century B.C.). Methodology: The starting point was a historical journey through Platonic, Pythagorean, Aristotelian, and Cynic philosophy, as well as the philosophy of the German philosopher Schopenhauer, regarding the ability of art to mitigate humanity's pain and appease its passions. Emphasizing that in the story "The Song of the Cicada," the Cuban writer emphasizes the relationship between art and power and illustrates the creation of a healthy and constructive society through aesthetic cultivation, a comparative study was conducted of this story with the fable "The Ants and the Grasshopper" by Aesop. Both authors use the world of animals as a microcosm of the human community. Results: The social importance of the artist and their work was demonstrated. Although not immediately evident, the usefulness of this importance can lead to the moral improvement of the entire community, fostering a solidary and anti-dogmatic future. Conclusions: Through the allegorical paradigm of the animal community, it becomes clear that art introduces perfection and ethical beauty into society. Hence, in a world in full social crisis, the artist, through his work, manages to topple the powerful from their thrones, exalting the most humiliated and creating an ideal world.

Keywords: art; fable; society; power; injustice.


Resumo


Objetivo: evidenciar o poder da arte para transformar a conduta ética do indivíduo e apoiá-lo na sua luta contra o poder injusto, através do estudo do conto "O canto da cigarra" do escritor cubano Onelio Jorge Cardoso (1914-1986) e da fábula "A cigarra e as formigas" do fabulista grego Esopo (séc. VI a.C.). Metodologia: O ponto de partida foi um percurso histórico pela filosofia platónica, pitagórica, aristotélica, cínica e do filósofo alemão Schopenhauer, sobre a transcendência da arte para mitigar a dor do homem e apaziguar as suas paixões. Para salientar que no conto "O Canto da Cigarra" o escritor cubano enfatiza a relação entre a arte e o poder e mostra a criação de uma sociedade sã e construtiva através do cultivo estético, foi efetuado um estudo comparativo deste conto com a fábula "A Cigarra e as Formigas" de Esopo, uma vez que ambos os autores utilizam o mundo dos animais como microcosmo da comunidade humana. Resultados: foi demonstrada a importância social do artista e da sua obra, cuja utilidade, embora não seja imediatamente evidente, pode conduzir à melhoria moral de toda a comunidade, construindo um futuro de solidariedade e antidogmatismo. Conclusões: Através do paradigma alegórico da comunidade dos animais, torna-se claro que a arte introduz a perfeição e a beleza ética na sociedade. Assim, num mundo em plena crise social, o artista com a sua obra consegue derrubar os poderosos do seu trono, exaltando os mais humilhados e criando um mundo ideal.

Palavras-chave: arte; mito; sociedade; poder; injustiça.


El arte y su función social


La cigarra y su asociación con el arte se encuentra en la Antigüedad, en el mito de Esopo (s. VI a.C.). En tiempos recientes, Onelio Jorge Cardoso escritor cubano, quien vivió entre 1914 y 1986, preocupándose por la función social del arte y del artista, también utilizó el canto de la cigarra y su simbolismo como recurso para escapar de la dura realidad de su época, convencido de su dimensión ideológica. Así que el papel del artista no se limita a entretener y divertir, sino a servir de instrumento para la educación y la toma de conciencia de su receptor respecto a los problemas «[…] de la realidad espacio temporal en la que vive» (Pandis Pavlakis, 2015, p. 163). El objetivo del presente artículo, a través de un estudio comparativo, es resaltar el tema de la fuerza del arte para transformar la conducta del individuo y apoyarlo en su lucha contra el poder injusto.

La cigarra que aparece como protagonista, tanto en el cuento de Onelio Jorge Cardoso como en el mito de Esopo, se encuentra también en Fedro de Platón (1970). Allí presenta a Sócrates conversando con otro hombre, amante de las Musas, a quien le desvela una leyenda sobre el origen de las cigarras y su encargo de informar a las Musas sobre quiénes les rinden homenaje:

Se dice que estos animalillos fueron antaño hombres de los que hubo antes de que nacieran las musas; y que, al nacer estas y aparecer el canto, quedaron algunos de ellos tan transportados de placer, que, cantando, cantando, se descuidaron de comer y de beber, y murieron sin advertirlo. De estos nació después la raza de las cigarras que recibió como don de las musas el de no necesitar alimento; el de cantar, desde el momento en que nacen hasta que mueren, sin comer ni beber; y el de ir después de su muerte a notificarles cuál de los hombres de este mundo les rinde culto, y a cuál de ellas. […] Pero es a la de mayor edad, Calíope, y a Urania, que la sigue, a quienes dan noticia de los que pasan su vida entregados a la filosofía, y cultivan el género de música que ellas presiden. Y estas, precisamente, por ser entre las musas las que se ocupan del cielo y de los discursos divinos y humanos, son las que emiten la más bella voz. (259 b-c, 259d).

En estas aseveraciones se hace hincapié en el hecho de que, gracias a esta metamorfosis, dichos hombres convertidos en cigarras «solo al canto nacidos» (Luque 37) recibieron el privilegio de cantar sin nunca cesar, venciendo así a la muerte misma; además, resalta aquí la filosofía pitagórica al referirse a Urania, la Musa de la astronomía. Por consiguiente, a partir de una explicación cosmológica, incluso la música podría revelar «[…] la estructura armónica del universo» (García, 2013, p. 23). De lo anteriormente expuesto, se explica la presencia de este bicho artista tanto en el cuento de Onelio Jorge Cardoso como en la fábula de Esopo (siglo VI a. C.), y la justificación de su supuesta frivolidad, pereza y dejadez del trabajo.

No obstante, otros filósofos griegos como Pitágoras y Aristóteles han concedido una importancia especial en el arte y, más concretamente, en la música (García, 2013, pp. 15-21) y su poder extraordinario de alegrar a los hombres y mitigar el dolor de los apenados (García, 2013, pp. 15-21; Tatarkiewicz, 2000, pp. 15-190). Precisamente, para los pitagóricos, la música expresaba la armonía de los números y del cosmos; el cual se reducía en números sonoros que daban «[…] toda la plenitud inteligible y sensible del ser». Para ellos la música servía de mediador entre el ser humano y Dios (Rojas, 2005, pp. 1, 37 y 83). Al respecto, el filósofo alemán Schopenhauer (2005) veía el arte como fuerza liberadora del dolor.

En «El canto de la cigarra» (1962) Jorge Cardoso utiliza el mundo de los animales como microcosmos de la comunidad humana, igual como los cínicos que hablan de «[…] una humanizada animalidad que, sabia por natura [...], muestra enseñanzas, comportamientos» (Flores, 2015, pp. 3-4). En este mundo conviven en armonía animales e insectos; como las abejas laboriosas, los grillos, la cotorrita, el sapo malévolo, el alcalde o sea el escarabajo con su cuerpo gordo de difícil movimiento, poderoso pero infeliz, y la cigarra, la artista ágil que posee el don de la música. Todos, salvo el jefe del poder ejecutivo de la comunidad, se caracterizan por una sabiduría natural.

En el cuento se remarca la importancia y necesidad social del arte, cuyo valor no es reconocido solo por los que se mueven por sentimientos oscuros y mezquinos. En esta historia en particular, el escarabajo celoso del mérito ajeno no puede soportar la destreza artística de su antagonista, la cigarra. Así, considerando el arte como oficio inútil e improductivo, sigue gastando su tiempo y energía en difamarla y descalificarla para eliminar su seducción (Pavlakis, 1996, pp. 48-49). Y, aunque aparecen algunos ardientes defensores de la cigarra como los grillos, el cocuyo, la cotorrita y la abeja el insecto «[…] emblema del trabajo y de la obediencia» (Cirlot, 2006, p. 63), el alcalde persiste en su idea, como se ve en el diálogo siguiente:

Los grillos, que son muy buenos músicos, alababan mucho a la cigarra […]. Canta y nos divierte, querrá usted decir, señor alcalde respondió una abeja misma […]; pues no me negará usted que la melodía está en el aire, y lo que en el aire está a todo el mundo toca. […]. Entonces una cotorrita […] dijo: […] ayer mismo yo levantaba la mano para pegarle a uno de mis muchachos cuando oí el canto de nuestra compañera la cigarra y se me quedó la mano en el aire, detenida, sin poderla bajar. […]. Hay algo en su música que hace mejor el corazón de una compañera. –Sí, algo paralizante – se burló el alcalde. – Paralizante o no […] el caso es que no llegué a pegarle a mi hijo, […] - ¡Bueno, por lo que sea! Pregunto si es justo que todos trabajemos cuando ella no lo hace. -Su trabajo es el canto, señor alcalde –dijo un hermoso cocuyo de luz fría […] – Que diga ella misma por qué no trabaja; que explique su culpa. […] - Yo empezó tranquilamente la cigarra nací para cantar, y si eso es culpa, culpa mía no es. (Cardoso, 1975, pp. 483-485).

En estas aseveraciones se acentúa el abismo que separa a los dos personajes. Por un lado, aparece la cigarra, la esforzada artista, que elige pasar su vida dedicada exclusivamente a su arte. Por otro lado, se presenta el alcalde, el contraste polar de la cigarra, quien considera, en tono burlón, que la música de la cigarra es nociva o «paralizante». Lo cual asemeja su postura a la de la filosofía escéptica, según la cual asevera que la fuerza que tiene la música es pura ilusión y logra, solo por algunos momentos, distraer la atención del oyente y calmarlo mientras que conduce a la «pereza, embriaguez y ruina»; por si fuera poco, cuando deja de sonar «[…] la mente no curada cae de nuevo en la ira, el pavor y la aflicción» (Tatarkiewicz, 2000, p. 191). Se puede afirmar además que en este fragmento se deja clara la perspectiva del autor, quien valoriza el oficio de la cigarra que alude, en este caso, al artista y lo considera sin lugar a dudas «[…] necesario, constructivo e iluminativo en el desarrollo correcto de una sociedad sana» (Pavlakis, 1996, p. 49). Así pues, subraya el valor de la música y su influencia sobre el alma puesto que logra construir de nuevo «[…] la armonía turbada de nuestro espíritu» (Montero, 1989, p.51), como ocurre con la cotorrita quien, gracias al efecto del canto, se tranquiliza y se evita que maltrate a su hijo (Pavlakis, 1996, pp. 48-49).

De igual modo, los discípulos de Pitágoras recurrían a la purificación del cuerpo con la medicina, y del alma con la música (Tatarkiewicz, 2000, p.89). En este caso, la música lleva a la catarsis mediante la cura musical; según Aristóteles, lo que se asocia con la «purificación por medio de las emociones» más bien se trata de un restablecimiento, un desahogo mental y corporal que conduce al equilibrio emocional (Amigo, 2014, p. 472). De manera específica, el filósofo griego, en su Política, sostiene que es gracias a la música que el individuo cambia su conducta por las fuertes emociones que suscita en él, y por ello es capaz de asumir un papel preponderante en la construcción de una ciudad ideal (García Peña, 2013, p. 34). Así, bajo la lupa de la filosofía aristotélica, la práctica de la música aporta varios beneficios (Aristóteles, 1994 [Pol.], 1352a).

En este orden de ideas, el escarabajo-alcalde, bajo el embrujo de la envidia aquella «[…] oscura semillita que, si no se saca pronto del corazón de uno, crece y crece hasta que hace el corazón malvado» (Cardoso, 1975, p. 483) e incapaz de entender el valor artístico de la cigarra, usa su cargo político para encarcelarla y castigarla por pasar su tiempo solo cantando, sin trabajar; según se ve en el siguiente fragmento que se impregna del humor cardosiano:

- ¡Ay, señor alcalde, vaya dolor de oídos que padezco! –se lamentaba una linda mariposa. –Ésa es la trompa de Eustaquio […] un órgano [que] se estropea con la música. […]–entonces, ¿es ella la culpable, la cigarra? […] ¡[La cigarra] siempre canta y canta hasta matar! […]. Tanto fue así que un tiempo después casi todos, disimulando, escapaban para no oír a la cigarra. Una mañana […] el señor alcalde, con cuatro gusanitos de su bando, y armados, se presentó encasa de la cigarra: -Dése presa, joven, en nombre […] de la «Ley de los oídos». De más está decir que aquella noche, ni ninguna otra, se encendió la ventana de la joven cigarra. Y así pasó casi todo el invierno. La gente no escuchaba el canto y bajaba sus manos con fuerza contra los fondillos de sus hijos, quienes lloraban a más no poder entender, por qué se les pegaba. (Cardoso, 1975, pp. 485-487).

Como se nota en el diálogo anterior, en una sociedad sin justicia democrática impera la ley del más fuerte; por eso al final el alcalde logra destruir la fama de la artista y encarcelarla, apoyado «[…] por cuatro gusanitos de su bando». Cabe mencionar que la elección de ese animal no es nada fortuito, pues según Cirlot (2006) el gusano, por su inferioridad, su frecuente carácter subterráneo parecido al de la serpiente es «[…] exponente de la energía reptante y anudada […], mata en lugar de vivificar»; y como tal, significa la muerte de lo superior (p. 239). A partir de aquel momento, en la comunidad de animales se acentúa la carestía material y espiritual debido a la ausencia de la artista, y la necesidad imperiosa de su arte; cuya función social combina «[…] lo estético con lo ético y lo pedagógico» (García, 2013, p. 34)

No obstante, el vicio de la ingratitud es castigado aquí por un incidente que cambia la situación: la aparición de un sapo, animal malévolo,3 quien pide alimento amenazando que en caso contrario destruirá el pueblecito. La urgencia del momento impera pensar en la fuerza del arte de la cigarra que podría volverse el arma más eficaz contra el peligro inminente del sapo, y ahora «[…] los animales mismos […] dan reglas de sabiduría» (Reyes, 1965, p. 74) a los hombres. En este momento se desvela el carácter falso del alcalde, el cual se muestra débil y cobarde ante las amenazas del sapo y no duda en vender su honra con tal de preservar su poder, como se ve en el diálogo que sigue:

-Señor, ¿en qué podemos servir su excelencia?

-En alimento variado y nutritivo-contestó el sapo.

-Tenemos que hacer algo y pronto-gritaba nervioso el alcalde, […]

- ¡Usted no tiene nada que hacer!

-Soy el alcalde, ¿no?

-Era […] porque desde que le llamó excelencia a esa bestia, dejó de serlo para nosotros […]. -Hermanos, la cigarra […] Su música hace mejor a la gente, paraliza al enemigo. […] Cuando la abejita abrió la puerta de la celda de la cigarra [ella] estaba escribiendo en un papel pautado. […]

¡Hermana, necesitamos tu música hoy más que nunca! […] –Vamos –dijo simplemente la cigarra, y tomó su violín. […] Poco a poco una fina música fue ascendiendo desde el pueblo, desde la ventana de la cigarra […] Al principio la enorme bestia empezó como a sonreír burlonamente, pero poco a poco fue sintiendo que se paralizaba su cuerpo, y al fin, como dos enormes toldos corrugados, bajaron sus párpados. Las gentes del pueblo abandonaron entonces sus escondites, dieron un rodeo por detrás a la colina, y a trabajar más bravamente que nunca, socavando la tierra, hasta que, a una sola voz, se apartaron todos y la tierra cedió y el sapo se cayó de espaldas, rodando hasta el abismo y su muerte. (Cardoso, 1975, pp. 488-491).

En estas palabras se evidencia, por un lado, la magnanimidad de la artista, su falta de rencor y su resistencia a la malevolencia gracias a su música; única arma contra el poder injusto. Y, por otro lado, la verdadera y mezquina personalidad del alcalde, cuyo poder se desmorona; pues «[…] lo que no está bien no puede durar mucho tiempo» (Cardoso, 1975, p. 488). Por ende, después de la salvación del pueblo, todos acabaron por reconocer el valor del artista y de su tarea, respetable e indispensable en cada sociedad. Puesto que en sus melodías se expresaron de forma universal «[…] la vida más secreta, los anhelos, sufrimientos y alegrías, el flujo y reflujo del corazón» de la comunidad (Schopenhauer, 2005). Después de algunos años la cigarra murió, pero nadie se olvidó de ella, pues gracias a su arte se eternizó; ya que no es el arte, sino únicamente el artista el que muere.

Ahora bien, «La cigarra y las hormigas», en el cual se narra la historia de dos animales antagónicos, quizá constituya el más famoso mito de Esopo; aunque apenas consta de dos párrafos. Por un lado, está la cigarra, perezosa y amante de la música y las fiestas, cantando todo el día, que olvida por completo el invierno que está por venir. Por otro lado, están las hormigas, trabajadoras y sensatas que se interesan solo en reunir alimento, granos de trigo para el invierno. Una vez llegado el invierno, la cigarra hambrienta y medio muerta pide sustento a las hormigas despiadadas, quienes la dejan morir e incluso se burlan de ella:

En invierno las hormigas secaban el grano mojado. Una cigarra hambrienta les pidió comida.

Las hormigas le dijeron: « ¿por qué durante el verano no recogiste comida también tú? » .

Esta dijo: « no holgaba, sino que cantaba melodiosamente » .

Ellas, riéndose, dijeron: « pues si en verano cantabas, baila ahora » . (García, 1993, p. 154).

En el diálogo anterior se ve la crueldad del poderoso, del que tiene riquezas, hacia el más débil que le pide ayuda. Así, en Esopo, en cuyos mitos los personajes son casi siempre animales, hay una visión escéptica, amarga del poder y fuertes ataques contra el animal «[…] prepotente, que abusa de su fuerza» (Rodríguez, 1986, p. 22). Dicha visión se adhiere a la filosofía cínica, como denuncia sistemática del viejo orden social y de los valores tradicionales (Rodríguez, 1986, p. 22).

Sobre la base de las consideraciones anteriores, se puede deducir que la cigarra, la protagonista de ambas historias, fiel a la filosofía cínica, es la encarnación de toda clase de alegría; opta por un anticonvencionalismo, exalta el valor de la naturaleza y lucha contra toda vanidad. Así que el conflicto entre la naturaleza y el poder se llevan al extremo (Villalobos, 2009, pp. 15, 18 y 26). Las dos cigarras llevan todos los bienes consigo mismo sin buscar los principios sociales antinaturales; como la vana apariencia del poder, de la riqueza o la gloria (Martín y Zamora, 2018, p. 7), y ninguna de ellas «[…] aspira a grandes cosas: acepta la muerte tras una vida que procura sea placentera, aunque simple» (Rodríguez, 1986, pp. 23, 25 y 26). Esopo usa estos estereotipos simbólicos para «[…] aleccionar moralmente al lector» (Cuesta, 2009, pp. 152-153) y no duda en colocar al hombre al nivel del animal; en lucha continua por la supervivencia (Matic, 2015, p. 158). Por su lado, Jorge Cardoso lucha contra «[…] el herrumbroso y anquilosado orden moral» con vistas a construir un mundo donde el hombre conseguirá su plena realización (Doncel, 2007, p. 419), sin la brutal represión de los poderosos.

De todo lo anterior se desprende que el discurso del cuento cardosiano, a través de la presentación de escenas de la vida diaria de una comunidad de animales, ofrece mensajes de naturaleza didáctica, relacionadas con la función del arte y del artista en la sociedad humana. De la misma manera, Esopo, en su mito «La cigarra y las hormigas», personifica a los animales con el fin de transmitir un mensaje moralizante asociando la cigarra con la canción y el arte.

Tanto el fabulista griego como Jorge Cardoso exhiben el planteamiento del conflicto entre los dos animales, dejan la posibilidad de la elección de conducta, siempre según el principio del libre albedrío, y valoran la conducta elegida (García, 1993, p. 5). Según la teoría narrativa de Bal (1990), los personajes de una obra no son obligatoriamente humanos, así pues, se presentan animales personificados y parlantes, portadores de las características que se les atribuyen de antemano por el autor; por lo que el animal cobra un valor simbólico, y su apariencia antropomórfica se presenta con cualidades y defectos humanos. En el mito de Esopo hay un conflicto entre la cigarra, la holgazana que elige su mundo artístico sin preocupaciones materiales y que es castigada por su frivolidad; y las hormigas crueles, poderosas y ricas por acumular comida y que eligen el trabajo duro para la subsistencia. En el cuento de Jorge Cardoso los dos antagonistas son la cigarra, la artista cuya tarea es endulzar las penas de la vida, y el escarabajo, el malévolo alcalde capaz de toda clase de maldad; de tal forma, cada uno tiene su posición en la escala de los valores (García, 1993, p. 5).

De manera general, ambos autores cuentan sus historias entre la precisión e imprecisión tempo-espacial, y sus personajes son tipos característicos humanos quienes viven en un lugar «atemporal y constante»; así se logran patrones de comportamiento y acciones que podrían suceder en diferentes lugares y tiempos. Al respecto, García (1993) comenta que:

[…] en el espejo alegórico del mundo bestial se refleja una sociedad dura, en una constante lucha por la vida. A pesar de su pretendida ahistoricidad, con su referencia a unos seres guiados por sus apetitos naturales, en esta concepción del universo animal como una sociedad competitiva y despiadada se deja sentir un trasfondo histórico ineludible. (p. 6).

Asimismo, la historia se desarrolla en el seno de una naturaleza «[...] fija e inmutable de los animales» (Martín y Zamora, 2018, p. 8), en un locus amoenus, un lugar figurado, sinónimo del paraíso que apunta al disfrute de la vida, al carpe diem. De tal manera, apunta García (1993), mediante la escena de un mundo animal fantástico, la moraleja del mito tiene cabida, de manera alegórica, al mundo real. En este caso, en ambas historias los personajes-animales que hablan no tratan de evadir la realidad, sino que expresan una meditación sobre el mundo de los humanos. En este microcosmos, los animales con su capacidad de lógos, es decir «razón y palabra», afirman que: «El mundo es así […]; tan bestial y pragmático como el reflejado en estas increíbles imágenes» (García, 1993, p. 4).

En el mito de Esopo se nota un «estilo austero» y una «ascética sencillez» dado que de esta simplicidad esópica de contar se elimina todo lo accesorio y se capta mejor la esencia de la narración, sin «costumbrismo histórico» ni decoraciones (García, 1993, p. 4). Aunque, a veces, se les añade rasgos cómicos a los animales, por el carácter satírico y realista del mito, no se les permite alejarse de la crueldad de la vida, de los demás animales ni de los hombres encontrándose en lucha continua «[…] de los unos por imponer su poder y de los otros por evitar ser sometidos al mismo» (Montaner, 2013, p. 184). Cardoso, por su lado, al escribir siempre opta por «[…] un modo sencillo, casi esquemático» para manejar los conflictos de sus personajes (Bueno, 1963, p. 450). Asimismo, mezcla lo serio y lo jocoso, las bromas y las verdades, lo trágico y lo cómico para enseñar y atacar al mismo tiempo; para «[…] erradicar mediante la burla los errores del alma» (Villalobos, 2009, p. 36). Dado que no aspira solo a entretener, sino también a denunciar los males que aquejan a su pueblo y lograr la creación de una mejor sociedad con la modificación de la conducta humana.

Aunque en los mitos de Esopo se presenta la defensa del débil en contra del animal fuerte y poderoso, pero ingenuo, y, la mayoría de las veces, vemos «[…] al pequeño triunfando del grande» (Rodríguez, 1986, p. 22). Este mito en particular no tiene un final feliz, ya que la artista muere en invierno de frío y hambre. Lo que suscitó muchas críticas por parte de los intelectuales que consideraron dicho mito como una muestra de egoísmo e inhumanidad. Quizás por ello que, en otras versiones de «La cigarra y las hormigas», en diferentes autores resulte que las hormigas cambian de actitud y se compadecen de la holgazana cantora obsequiándole cobijo y comida; ella, por su parte, les ofrece su buena música que dulcifica su vida dura (García, 1993, p.9). Hablando de este mito, Rousseau critica la moral que se desprende de él por corromper a los jóvenes, mostrando que los vencedores en la vida son los más fuertes (García, 1993, p. 5): «El más odioso de todos los monstruos sería un niño avaro y duro que supiese lo que se le pide y lo que él niega. La hormiga hace más todavía, le enseña a burlarse de sus negativas» (Rousseau, 1990, p. 144).

En este punto reside la gran diferencia entre este mito y el cuento de Jorge Cardoso, quien ha modificado el mito original de Esopo y su moraleja presentándonos una nueva versión con «[…] un afán consciente de corregir el sentido original, [lo que] es un proceso muy repetido en la historia literaria» (García, 1993, p. 9). En el cuento cardosiano, el arte llega a derribar del trono a los poderosos enalteciendo a los más débiles y humillados, que muestra un mundo ideal y justo donde el arte, según Schopenhauer (2005), hace descubrir la verdadera esencia del mundo usando su propio lenguaje, que la razón desconoce.

Para resumir, estos dos grandes autores escribieron con acierto, cada uno en su época y en su contexto social, unas narraciones inmortales. En efecto, la calidad artística y la universalidad de la obra de Onelio Jorge Cardoso es evidente; en palabras de García (2013) las ideas que desprenden de sus textos:

[…] pueden servirnos de acicate para ser un poco mejores, y ayudar a construir un futuro solidario, antidogmático, colectivista, en donde estén desterrados los prejuicios y tabúes, los egoísmos, las incomprensiones y las hipocresías, y donde la cultura realice una función desalienadora del individuo y la colectividad. (p. 87).

De igual forma, Esopo nos exhibe valores y normas universales de comportamiento y, con su observación aguda, presenta los vicios y virtudes de los hombres de forma certera e irónica. Asimismo, ha servido como fuente de inspiración para varios autores durante la Edad Media y el Renacimiento, entre los cuales destacan el escritor francés Jean de La Fontaine y el español Félix María de Samaniego (García, 1993, p. 16).

En «El canto de la cigarra» de Cardoso, se observa la protesta contra el poderoso malvado, su castigo y la valoración superior del talento artístico y de la bondad; características de la cigarra frente al gobernante. Así pues, el autor cubano emprende la defensa del valor del artista y su obra, cuyo fin primero y más universal es servir al perfeccionamiento moral de todos y hacerlos mejores, aunque la utilidad de su tarea no sea evidente de inmediato (Hernández, 1985, p. 95). De tal manera, el arte se identifica como «[…] una actitud socio-cultural muy particular y no el paliativo de la miseria humana» (Prada, 1988, p. 142) que ayuda al espíritu a abrir las puertas para salvarse de la asfixia del mundo (Prada, 1988, p. 38) introduciendo en la sociedad «[…] la perfección y la belleza» (Prada, 1988, p. 142). Por ello, en el cuento, la comunidad de animales se percata de que necesita del arte, para refinar su sensibilidad y gozar de la emoción y los sentimientos en un mundo exento del abuso del poder, origen de todos los males. En el mito de Esopo, «La cigarra y las hormigas», en un tiempo en plena crisis social o decadencia de valores culturales, se da una lección de inhumanidad (Rousseau, 1990) contra la artista y su talento; quien cae víctima de la insensibilidad de los más poderosos y es condenada a muerte, sin escrúpulos, por quienes no entienden el verdadero valor del arte que, según Schopenhauer, constituye la quintaesencia de la vida y podría ser «[…] una de las posibles soluciones a la ‘miseria del mundo’» (Rodríguez, 2011, p. 95).


Referencias


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Bueno, S. (1963). Historia de la literatura cubana . 4ª edición, Ministerio de Educación Nacional de Cuba.

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1 Este artículo es producto de una investigación que obedece al mismo nombre, investigación radicada en la Universidad Nacional y Kapodistr í aca de Atenas. Financiación: no se contó con fuente de financiación externa. Declaración de intereses: la autora declara que no existe conflicto de intereses. Disponibilidad de datos: todos los datos relevantes se encuentran en el artículo.

2 Doctora en Literatura Hispanoamericana Moderna. Universidad Nacional y Kapodistr í aca de Atenas, Grecia. Correo electrónico: aspathi@spanll.uoa.gr

3 « Cuya misión no es otra que romper la luz astral » (Cirlot, 2006, pp. 262-400) .